76 años de cárcel por la muerte de un guardia civil en el atraco a una sucursal de A Cañiza

Alfredo López Penide
López Penide POIO SAN SALVADOR

PONTEVEDRA

La Audiencia de Pontevedra considera que los tres acusados son responsables de lo ocurrido

11 jul 2013 . Actualizado a las 16:07 h.

La muerte de un guardia civil en el frustrado robo de una sucursal bancaria de A Cañiza ha sido castigada por la Audiencia de Pontevedra con un global de 76 años de prisión. La resolución judicial conocida en la noche de este miércoles considera que José Vilar Casal, José Ángel Martíns Mendoza y Fernando Condines Portela son responsables de la muerte de Miguel Jorge Piñeiro Lorenzo, así como del intento de homicidio de su compañeros. Además, atendiendo a la petición de la Fiscalía, acusación popular ejercida por la AUGC y la acusación particular, los magistrados extienden todos los delitos, incluyendo el robo y la tenencia ilícita de armas a los encausados.

Esto implica que José Vilar haya sido condenado a catorce años por el homicidio consumado del agente Piñeiro Lorenzo, a ocho por el intento de homicidio del segundo guardia civil, a dos años y medio por el robo y a dos años por la posesion del arma del crimen. En cuanto a sus compañeros de banquillo, tanto a Martíns Mendoza como a Condines Portela le han caído doce años y medio por el primero de los cargos y siete y medio por el segundo, mientras que los dos restantes en la misma medida que en el caso de Vilar Casal.

Los magistrados de la Audiencia consideraron acreditado que los tres idearon un plan para asaltar la sucursal de la calle Antonio Facorro de A Cañiza. De este modo, el 17 de agosto del 2010, Vilar Casal y Martíns Mendoza serían los encargados de ejecutar materialmente el robo a través de un butrón, mientras que su compinche se ocuparía de realizar labores de vigilancia.

Sin embargo, salió mal. La alarma saltó y la Guardia Civil fue alertada. Una patrulla se desplazó hasta la entidad. En un momento dado, Vilar Casal se presentó delante de los agentes y encañonó, apuntándole directamente en la cabeza, al agente superviviente.

A medida que el acusado avanzaba hacia el guardia le iba diciendo «déjame marchar y aquí no ha pasado nada». Este último, cuando la distancia se lo permitió, apartó el arma del acusado con una mano, instante en el que Vilar Casal, «con la intención de menoscabar la inegridad física de los agentes», apretó el gatillo.

El cabo del puesto de Covelo respondió y alcanzó al homicida en el cuello. «Cabrón, me has dado en la garganta», gritó el atracado a medida que disparaba repetidamente.

Miguel Jorge Piñeiro recibió tres impactos de bala que le causaron «heridas mortales de necesidad» y que, a la postre, le provocaron la muerte.

La Audiencia ha determinado que su viuda sea indemnizada con 140.000 euros, mientras que cada uno de sus tres hijos con setenta mil. La resolución establece, asimismo, una indemnización de cerca de once mil euros para el compañero del fallecido.