Gitanas que rompen moldes

María Conde PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

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Los tiempos mudan y las mujeres son «el motor del cambio» en esta comunidad. Dos de ellas cuentan sus experiencias sociolaborales

13 abr 2013 . Actualizado a las 23:46 h.

Cuando Rebeca Flórez estudiaba en el instituto, era la única alumna gitana. Nunca sufrió discriminación alguna por parte de sus compañeros, «pero sabías que eras la gitana y, a la vez, escuchabas eso de 'un chacho me robó la bicicleta...', así que siempre estaba defendiendo que no todo el mundo es igual». Hoy, esta pontevedresa de 34 años sigue peleando día a día por su comunidad desde la Fundación Secretariado Gitano, una entidad que trabaja para la inserción social y laboral de las personas de etnia gitana, y a la vez sigue formándose, realizando a distancia un máster sobre Integración Social de la Universidad de Navarra.

El de Cristina de Jesús Machado es otro ejemplo que pone un contrapunto a las estadísticas que afirman que ocho de cada diez escolares gitanos abandonan los estudios en Secundaria. Esta joven de 18 años acaba de finalizar un ciclo medio de Panadería, Repostería y Confitería en el CIFP Carlos Oroza y ha comenzado las prácticas en la Panadería Acuña, a las que accedió por su buena media. Aunque su verdadera vocación es la educación infantil y quiere hacer este ciclo superior de FP. «Tengo que hacer las pruebas de acceso, pero si no las paso, haré el Bachillerato por la EPA y al mismo tiempo, cursaré el ciclo de Cocina», comenta.

Son dos ejemplos de Mujeres gitanas participando, como dice el título de la exposición fotográfica que este mes se exhibe en la Casa Azul para resaltar a través de historias personales el papel que están alcanzando muchas féminas calés en diversos ámbitos, rompiendo los tradicionales estereotipos. «Las mujeres de hoy en día son el motor del cambio -afirma Rebeca-. Ellas conducen, estudian... No es que tengamos muchas universitarias, pero van a vender a la feria, se ocupan de sus hijos y de la casa. La mujer está cambiando y quiere romper moldes, aunque vamos por debajo. Veo a la mujer gitana como hace treinta años la paya, pero están queriendo dar el salto y cambiar una mentalidad de tantos años es difícil. Luchan haciendo pequeñas cosas y sacarse el carné parece nada, pero es todo».

Ella empezó como usuaria en los cursos y actividades que organiza Secretariado Gitano. «Al tiempo que me apuntaba a clases de informática o lo que fuera, arrastraba a las demás». Lo sigue haciendo desde que se hizo voluntaria y desde que, en el año 2006, comenzó a trabajar en la fundación, donde colabora en programas de prevención de absentismo escolar y de empleo. «Empecé con los chavales que no querían ir a clase o tenían problemas. Al ser gitana, era más cercana a ellos».

En el caso de las chicas, el momento clave está en la adolescencia, como corrobora Cristina. Todavía hay «prisas» por encontrar pareja y comprometerse. «Es el mundo que conocen y se rigen por las costumbres, lo que hace que a los 17 años aunque acaben la ESO, no vayan a la universidad», apunta Rebeca, que se casó a los 33, ejerce el papel de auténtica coach con las usuarias que acuden a la fundación, estimulándolas para no descuidar su formación.

Estímulo

Cristina tiene claro que ella seguirá estudiando. «En mi casa siempre ha faltado dinero y siempre me dijeron, si no quieres tener la vida que tenemos nosotros, estudia y el día de mañana no te va a faltar de nada. Ahora todo lo que puedo machacar, machaco a mis hermanos para que estudien, porque los estudios son lo que te va a llevar básicamente a un puesto de trabajo y a todo lo que seas en tu vida», dice, mientras apunta que le encantaría en el futuro trabajar en una guardería.

«Lo que quiero es que lleguen a donde ellas quieren llegar. Eso es lo importante, y si los podemos apoyar desde la fundación, estamos con ellas al 200 %», agrega Rebeca. Reconoce que ella rompió muchos moldes, «pero no quiero ser referente de nada, cada uno elige su camino».