Tiempo y 100.000 euros para salvar un templo del siglo XII

Serxio González Souto
SERXIO GONZÁLEZ VILAGARCÍA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MONICA IRAGO

Donaciones privadas e inversión pública se conjugan en una intervención que los vecinos celebraron por todo lo alto

23 abr 2012 . Actualizado a las 14:47 h.

Olvidado, ninguneado, en demasiadas ocasiones expoliado sin mayores contemplaciones, el patrimonio arquitectónico de Galicia se difumina en una miríada de parroquias y lugares que no siempre han sabido o han podido conservar en condiciones aquello que los hace singulares y define su identidad frente a los avatares del tiempo. Afortunadamente, San Xoán de Baión, en Vilanova de Arousa, ha conseguido escapar a este fenómeno. Tras décadas de trabajo y una inversión cuantiosa, sus vecinos celebraron ayer por todo lo alto la rehabilitación de un templo cuyos orígenes se remontan al siglo XII.

En el proceso, iniciado en los años sesenta por el párroco Francisco López Suárez, cuyos restos yacen enterrados en el atrio de la iglesia, han desempeñado un papel fundamental las donaciones de los fieles. Ya a mediados del siglo XIX, un mariñeiro sufragaba una de las imágenes que acaban de ser restauradas tras salvarse por los pelos de un naufragio. Los vecinos de Baión, agradecidos por superar la feroz epidemia de gripe de 1918, alaban a San Roque en una placa que todavía hoy luce en la fachada del templo. Hace pocos años, una enfermera financió el arreglo de otra talla con su primer sueldo después de ganar su plaza. Los ejemplos son tan numerosos como amplia es la conversación de Enrique Porto Rey, responsable de la parroquia desde 1982, a la hora de explicar la historia de la capilla.

«Aquí se han invertido más de 100.000 euros a lo largo de los años», indica don Enrique mientras señala la techumbre de renovada madera, las seis imágenes que ayer fueron sacadas en procesión o el manto de la Virgen de los Dolores. Josefa Magariños, conocida en Baión como Pepita A Costureira, cosió para ella el hábito que cubre la talla habitualmente. «Este é o de gala, fíxose en Santiago e ten fíos de ouro», subraya la mujer.

«Cuando don Francisco empezó a trabajar llovía dentro y la maleza se comía el cementerio, que estaba muy abandonado», prosigue don Enrique. Ahora, el terreno sagrado está limpio, hay nuevas vidrieras tras el altar, un macizo sagrario de bronce revestido con oro de 24 quilates da cobijo a los tres cálices de la parroquia y una llamativa puerta de castaño, en la que Leopoldo Rodríguez ha tallado la escena del bautismo de Cristo inspirada en la obra del Greco, proclaman que los tiempos de descuido son cosa del pasado. El propio Julian Barrio, arzobispo de Compostela, presidió ayer la misa con la que los trabajos, en los que instituciones como la Diputación de Pontevedra han tenido también mucho que ver, se dan por rematados.

Una hora de oficios y discursos dio paso a la procesión y, rozando la una y media, a un banquete popular en el que menearon el bigote 150 comensales. «O menú ten de todo, marisco como para unha voda», comentaba satisfecho un paisano.