Mar adapta la ley para que Rosa Quintana pueda llevar traje de Gardacostas

espe abuín REDACCIÓN / LA VOZ

ESPAÑA

Los agentes consideran la norma propia de «regímenes totalitarios»

11 ago 2014 . Actualizado a las 11:14 h.

Ni Jorge Fernández Díaz va vestido de guardia civil a los actos en los que representa al instituto armado, ni Cristóbal Montoro puede lucir el uniforme de Aduanas, ni mucho menos Pedro Morenés se coloca el traje de legionario o paracaidista porque, pese a ser ministro de Defensa, no está autorizado a vestirlo. En Galicia, la conselleira Rosa Quintana sí podrá lucir el uniforme de guardacostas o sus galones. Ha firmado una orden para que eso sea posible.

Hasta hace nada, el subdirector xeral del Servizo de Gardacostas de Galicia usaba tanto placa como uniforme, a pesar de no pertenecer a ninguna de las escalas de ese cuerpo, pues era funcionario del cuerpo general de la Xunta. Tras una investigación interna, motivada a raíz de una denuncia de AGE, se determinó que, efectivamente, era ilegal que Lino Sexto vistiese de forma casi idéntica a un agente de ese servicio y retiró ambos distintivos al que todavía es el subdirector xeral de la entidad.

Pero Mar no renuncia a tener un jefe que pueda lucir traje y galones y, por eso, ha derogado la orden del 2007 que establecía los distintivos de identificación y uniformidad de los miembros del Servizo de Gardacostas de Galicia por otra nueva que regula los elementos identificativos de este cuerpo de policía administrativa y en la que se autoriza tanto al subdirector xeral como a la conselleira a dotarse de esas insignias.

Así, la nueva norma recoge que los cargos de dirección superiores de los que dependa el servicio «poderán usar o uniforme de clase A [reservado a actos oficiales y públicos en los que se exija]», aunque con más galones dorados de 14 milímetros: uno más que subdirector xeral si se ostenta el cargo de director o secretario xeral y dos más si se trata de la conselleira.

Estupor en el cuerpo

La modificación normativa ha causado indignación y estupor en las bases del colectivo, que no dudan en asimilar esta actitud a «regímenes totalitarios y bananeros, donde el mandatario se pone a sí mismo un uniforme correspondiente a un cuerpo de funcionarios (civiles o militares) al que no pertenece».

Y sostienen que sigue siendo ilegal, pues el uniforme, la placa y el carné profesional son elementos distintivos de un cuerpo de policía, aunque en este caso sea administrativa, y determinan la condición de agente de la autoridad de la persona que los porte, así como su pertenencia como agente al cuerpo o escalas del Servizo de Gardacostas que define su ley de creación y el decreto que regula el funcionamiento de la entidad.

Así que, a juicio de los guardacostas, debe modificarse la nueva orden «por cuestiones eminentemente legales», pero también «de estética institucional», pues «es inaudito que la conselleira se ponga un uniforme por medio de una orden que firma ella misma y, en este caso, infringiendo la ley y el decreto de Gardacostas».

Los agentes, indignados, apelan a las entidades sindicales para que recurran ese apartado de la orden en la jurisdicción correspondiente.

Mar, por su parte, señala que la posibilidad de que los cargos de dirección puedan llevar el uniforme de gala (clase A) se recoge en el artículo 3 de la nueva orden.