Vuelve el rumor como motor político

Manuel Campo Vidal

ESPAÑA

El jefe de la Casa del Rey frenó las especulaciones sobre la abdicación, pero el asunto sigue vivo y se estudian los escenarios posible

22 sep 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Madrid es un hervidero de rumores al filtrarse la complicada avería del rey en su cadera que ha exigido movilizar a uno de los mejores cirujanos, el gallego Miguel Cabanela González-Seco, de la norteamericana Clínica Mayo. Enseguida se pensó que la abdicación era posible, o al menos la regencia del príncipe, y la opinión se dividió espoleada por los diarios que han dedicado incluso editoriales en favor y en contra. El jefe de la Casa del Rey, Rafael Spottorno, frenó las especulaciones -«no hay motivo para que eso se produzca» y «el jefe del Estado puede ser representado pero no sustituido»-, pero el asunto sigue vivo y se estudian los escenarios posibles. La ausencia casi segura del rey en la Fiesta Nacional y la Cumbre Iberoamericana avivará la llama. Son demasiadas operaciones del monarca, demasiados disgustos y mala suerte evidente: solo se infectan un dos por ciento de las personas a las que se les colocan estas prótesis y le tocó a él; no es frecuente que los yernos monten tramas de enriquecimiento ilícito abusando del prestigio del suegro, pero le tocó también.

Era una semana de rumores después de otra en la que se especuló con un agravamiento de salud del expresidente Adolfo Suárez, que esta semana cumple 81 años. Su hermano Hipólito, médico, nos comentaba que el expresidente ha sufrido un bajón vital importante y que necesita silla de ruedas desde hace meses.

Y hay otro rumor, que alimentan las terminales mediáticas del Gobierno, y que ojalá fuera cierto, sobre una supuesta mejoría económica antes de lo previsto. La bajada de la prima de riesgo, el aumento de las exportaciones, el regreso de la inversión extranjera y algunos datos más -ambiente poscrisis en la Costa el Sol, noticias sobre recuperación de las pymes mecánicas en Valencia, freno a la caída del índice de producción industrial en España, etcétera- anuncian cierta mejora dentro de la gravedad. No obstante, parte de esa inversión extranjera hay que leerla como venta a saldo de activos inmobiliarios, en ocasiones por debajo del precio que algunos propietarios de esas viviendas estarían dispuestos a pagar a la banca acreedora que se quedó con sus activos.

Se diría que vuelve el rumor como motor político en un país en el que el Gobierno prefiere la abulia a la actividad. La acción gubernamental se deja sentir a cuentagotas sin que parezca que exista un plan estratégico de actividades. Cada viernes en el Consejo de Ministros una dosis de reformas, pero cucharada a cucharada.

Delitos irritantes

Esta semana ha llegado la reforma del Código Penal que por fin ha presentado Ruiz-Gallardón después de catorce meses de gobierno. Es posible que sea cosmética como denuncian algunas asociaciones de juristas, pero apunta a cuestiones irritantes para la ciudadanía: por ejemplo, lucha contra la corrupción, el atasco judicial por asuntos menores que se podrán transformar ahora en multas y resolver denuncias rápidamente, el incremento de penas a los incendiarios, que es una demanda popular, y la posibilidad de que los carteristas vayan a la cárcel por conducta delictiva permanente, aunque se trate de hurtos menores. Es patético ver en el puerto de Barcelona corrillos de carteristas esperando el desembarco de los cruceristas que visitan Barcelona sin que la policía, que los conoce muy bien, los detenga salvo contadas ocasiones porque, se queja, los conducen ante el juez y salen sin cargos y hasta envalentonados. En algunas cafeterías del centro de Madrid, cerca de los museos, entran jóvenes delincuentes habituales ya muy conocidos y las cajeras y camareros gritan: «¡Cuidado con los móviles!» Cualquier policía explica la desazón que produce detener delincuentes sin que su acción tenga consecuencias.

Así estamos, con cosecha abundante de rumores y reformas a cucharaditas.