El PSOE defiende las primarias para conseguir la movilización de sus simpatizantes

Paula de Las Heras / Colpisa MADRID

ESPAÑA

Fija el éxito del nuevo procedimiento en la participación de un millón de personas. Considera que procesos similares en Francia e Italia en un clima de descrédito de la política fue todo un triunfo

27 abr 2013 . Actualizado a las 21:10 h.

El PSOE está dispuesto a cambiar radicalmente el modo en el que, hasta ahora, ha elegido a sus secretarios generales. De la noche a la mañana la dirección socialista se ha puesto a la cabeza de la manifestación y defiende, como el primero, el principio de «un militante un voto».

Y, sin embargo, aún está tratando de digerir el vértigo que le produce la idea de celebrar primarias abiertas a la ciudadanía, como acordó el último congreso federal, para nombrar al candidato a la presidencia del Gobierno. No es ya el temor a perder el control del partido como consecuencia del experimento inédito. Es auténtico miedo al fracaso, entendido como baja participación.

«Las primarias -insistió la vicesecretaria general del partido, Elena Valenciano, esta misma semana- son, sobre todo, un instrumento electoral».

Lejos de ser una frase hueca con la que intentar frenar las ansias de quienes defienden que tengan lugar cuanto antes, sus palabras responden a una verdad empírica. Es lo que demuestran los procesos celebrados en 2011 por el Partido Socialista francés y a finales de 2012 por el Partido Democrático, de centroizquierda, en Italia. Sin ellas quizá François Hollande no habitaría hoy el Elíseo y los progresistas italianos estarían lejos de intentar liderar un ejecutivo.

La movilización lograda por unos y otros en un clima de desafección ciudadana y descrédito de la política, no muy distinto del que hoy se vive en España, fue todo un triunfo, por más que en apenas diez meses de mandato Hollande se haya convertido en el presidente de la República con peor valoración y a pesar de que Bersani haya acabado dimitiendo ante la imposibilidad de formar Gobierno y las cuchilladas sufridas desde sus propias filas. Ni más ni menos que 2,6 millones de personas participaron en la primera vuelta de las primarias abiertas en Francia; 2,8 millones en la segunda, una semana después. En Italia, la participación fue aun mayor. Se llegó a los 3,1 millones.

¿Dónde sitúa eso el listón para los socialistas españoles? Según fuentes de la dirección, para poder hablar de éxito se debería alcanzar como mínimo el millón de electores. No es una cifra excesivamente ambiciosa.

España tiene menos habitantes que Francia o Italia (ambos superan los 60 millones), pero los socialistas franceses contaban, en el momento de celebrar sus primarias, con la mitad de militantes que el PSOE hoy, 125.000 frente a los 215.000 afiliados españoles que, pese a la crisis, aún pagan sus cuotas. A eso hay que sumar unos 400.000 simpatizantes.

Es decir, que Ferraz aspira a movilizar a todos los que ya demuestran de un modo u otro afinidad con sus siglas y a menos de medio millón más.

El calendario, dicen, es clave por un doble motivo: si no hay tensión electoral, es decir, si no hay unas elecciones a la vista, será difícil que el ciudadano se implique, pero además si las primarias se celebran lejos de los comicios el impulso que logre el elegido se puede agotar antes de la verdadera cita con las urnas. Estuvo a punto de pasarle a Hollande. Las encuestas llegaron a darle 20 puntos de ventaja. La brecha se fue acortado poco a poco y finalmente ganó por menos de cuatro puntos (51,50% frente a 48,44% de los votos). Tampoco la victoria de Bersani fue holgada.

Sin prisas

Estos datos animan a la dirección del PSOE a retrasar lo máximo posible la cita. Las primarias francesas tuvieron lugar seis meses antes de las presidenciales. Y en el caso italiano aún más tarde, tres meses.

Alfredo Pérez Rubalcaba y su entorno no quieren ni oír hablar de poner ya una fecha. Pero las presiones no cesan. Sobre todo, porque también los 'barones' saben que este tipo de contiendas internas pueden ser un estímulo para su electorado. La mayoría se presentarán a unas elecciones en sus distintas autonomías en mayo de 2015, meses antes de las generales.

Y muchos de ellos temen quedarse a las puertas del triunfo si no hay un revulsivo interno. A estas alturas, argumentan, la imagen de Rubalcaba es un lastre.

Lo cierto es que el secretario general del partido no ha descartado aún competir por ser cabeza de cartel. O eso afirman con convicción los suyos. Por el momento, los dos hombres con más opciones en la carrera son el líder del PSE, Patxi López, y el también vasco Eduardo Madina, pero nadie descarta nuevos aspirantes. «Hasta cuatro», especulan algunos.

Está extendida la especie de que en unas primarias los rostros nuevos y menos vinculados con el aparato tienen todas las de ganar, pero también en ese debate el núcleo duro del partido invita a mirar fuera. Hollande, de 59 años, fue durante más de una década primer secretario del PS y dejó muy atrás a los más juveniles Manuel Vals, hoy su ministro de Interior, y Arnaud Montebourg. Ninguno de los dos pasaron de la primera vuelta.

Bersani, vieja guardia, era el secretario general del PD desde 2009.

Con los estatutos en la mano, no tendría por qué haber hecho primarias, pero decidió legitimarse y la jugada, al menos inicialmente, le salió.

Se impuso frente al joven Mateo Renzi, que irrumpió como un soplo de aire fresco, 44,9% frente a 35,6%. Nada está escrito.