Niñodaguia reconecta su pasado y su presente alfarero en un taller museo

XUNQUEIRA DE ESPADANEDO

antonio cortés

La localidad, referente provincial de la artesanía del barro, estrena nuevo espacio dedicado a este oficio

05 nov 2016 . Actualizado a las 13:11 h.

Hubo un tiempo no muy lejano en que en Xunqueira de Espadanedo, particularmente en Niñodaguia, muchas familias vivían de la cerámica y la alfarería. La gente joven del pueblo alfarero de la provincia por antonomasia pudo estudiar precisamente gracias a los ingresos que proporcionó la actividad artesana, recuerda el alcalde, Carlos Gómez (PP). Hoy apenas siguen en activo los hermanos Enrique y Ramón Cabanas, y Agustín Vázquez y su hijo José, el más joven (33 años) que sigue la tradición.

«En 1988 había 24 cacharreiros. Vendíase moito pero o sistema cambiou e agora a artesanía está en precario», reflexiona Agustín Vázquez, alfarero que comenzó a aprender el oficio con su tío, José María Cachela. Es uno de los impulsores del taller que completa el Museo de Oleiría abierto en el año 2011 y que hoy se inaugura en Niñodaguia. Con una ayuda de la Diputación, el Concello de Xunqueira de Espadanedo ha podido completar el espacio para dedicarlo a talleres para niños impartidos por alfareros y contratar a una persona para tenerlo abierto el segundo semestre del año.

En el museo se puede ver un altillo que recrea el antiguo dormitorio de un alfarero y que sirve para explicar que los artesanos tenían su taller normalmente en el desván de sus viviendas. También hay un antiguo amaseiro, un tronco de 150 años que se usaba para amasar la arcilla recogida del Monte do Barro, en Veigachá, machacarla con un pisón para convertirla en polvo y, tras matizarla y mezclarla con agua, se conseguía una bola de barro con la que se trabajaba ya en el fallado de la casa. Fue un proceso que vivió Benigno Vázquez, uno de los alfareros más antiguos de Niñodaguia. Agustín Vázquez, que promovió la asociación Amigos do Barro, considera que el museo-taller ofrece un «espazo idóneo para empezar a dinamizar e fixar poboación, pero falta que os mozos se poñan as pilas». Este alfarero lleva veinte años luchando para recuperar la artesanía tradicional de Niñodaguia y para que no se pierda esta parte de sus raíces culturales, como ocurrió en el vecino pueblo de Tioira, donde el último alfarero lo dejó hace 28 años y hoy no queda nada.

«É o único referente na provincia para a oleiría. Ter un obradoiro é un aliciente. No museo de Buño traballan catro persoas e nós non somos menos importantes que a oleiría de Buño. A de Niñodaguia ten 500 anos de historia», defiende. Agustín Vázquez está en contacto con José Antonio Álvarez, O Buraco, estudioso de la tejería nacional que tiene su colección expuesta en Oleiros, por si la puede llevar a Niñodaguia, algo que convertiría al museo en el mejor espacio etnográfico de la provincia, considera Agustín Vázquez.

Este artesano entiende que falta orgullo por lo propio. La alfarería dio dinero y una forma digna de ganarse la vida sin salir del pueblo. El taller museo de Niñodaguia recuerda ese pasado y lo conecta con el presente, con una exposición temporal de cerámica y pintura actuales.

Toda una vida «facendo cacharros»

Benigno Vázquez, de 87 años, pasó más de treinta años «facendo cacharros». Unas macetas hechas por él hace más de dos décadas adornan la entrada de su vivienda en Niñodaguia. «En todas estas casas, os cacharros facíanse no fallado porque non había outro sitio. Tiven unha época na que lle puiden sacar cartos. O que estragou todo foi o plástico», reflexiona. En su antiguo horno metía 200 vasijas, además de tazas o platos «todo o que facía falta para unha casa» que luego vendía en las ferias, a las que acudía «cun carro e cunha besta». foto Antonio Cortés