El temporero vence a la cosechadora

sindo martínez XINZO / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

s. martínez

Un patatero de Xinzo mantiene la tradicional recolección a mano con quince operarios rumanos

27 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El del joven Daniel Joga es un caso insólito en la comarca antelana. Más de dos décadas después de la llegada masiva de las Grimme, las grandes cosechadoras de tubérculo, que acabaron con las largas jornadas y los ranchos de 15 o 16 personas en las labores de colleita, la familia de este agricultor sigue recogiendo a mano más de un millón de kilos de tubérculo cada campaña.

Joga sigue así la tradición familiar. Su padre, Camilo Joga, uno de los labradores más laboriosos y respetados de la comarca, recientemente fallecido con solo 44 años, era uno de los grandes productores de patata de A Limia. La recolección manual era su marca de calidad desde hacía tiempo. Ahora, la labor la continúa su hijo de 20 años.

¿Las ventajas de la recogida manual? Según Joga son evidentes: «La patata lleva menos golpes y se envasa más limpia. Así, la calidad es muy superior a la de la recogida con cosechadora. Dura más tiempo en el almacén y tiene una mejor conservación».

¿Los inconvenientes? Uno fundamental: «El coste de recolección es mucho más elevado con una cuadrilla de operarios que con una cosechadora». No obstante, hay un factor que nivela esa diferencia de gasto.

La patata recogida a mano se paga unos cinco céntimos más cara que la de cosechadora, según ratifica este joven labrador.  En estos momentos, la venta de algunas partidas supera los 35 céntimos por kilo, una tasación elevada con respecto a anteriores campañas. Joga Calvo asegura que los operarios son tremendamente eficientes en la recogida: «Trabajan duro. Recogen el tubérculo muy aprisa, ya que así cobran más sueldo. Les pagamos a toda la cuadrilla a tres céntimos el kilo recogido».

En una jornada normal, la cuadrilla puede llegar a levantar hasta 80.000 kilos de tubérculo de la finca. Este agricultor siembra la variedades más demandadas de la comarca como la kennebec, la agria o la daifla.

Joga niega categóricamente irregularidad alguna en el duro trabajo de los operarios que contrata. «Son personas trabajadoras que vienen aquí y cobran un sueldo digno. Les facilitamos un piso en Xinzo donde viven durante la temporada de recogida y cobran puntualmente. Todos están dados de alta en la seguridad social, no hay nada raro», explica.

El agricultor reflexiona sobre la opción de trabajo que supone la recolección manual sobre todo para extranjeros: «De esta forma se crean puestos de trabajo. Esta recogida es una labor dura y por eso la gente de aquí normalmente no está interesada en ser temporero agrícola».

Las personas contratadas por Joga permanecen en Xinzo durante aproximadamente dos meses. «Este año la recolección fue muy tardía por los anegamientos de las fincas por las precipitaciones de la primavera. Empezamos hace mes y medio y aún nos quedan varias semanas para recoger, si la lluvia lo permite», matiza Joga Calvo.

Otros tiempos

Durante muchos años, al no existir la maquinaria moderna actual en A Limia, los vecinos de una determinada aldea colaboraban unos con otros formando ranchos de diez o doce personas para recolectar.

En aquella época (entre los años 70 hasta finales de los años 90 del pasado siglo) la presencia de temporeros en el campo antelano era frecuente, aunque en aquellos momento procedían fundamentalmente de municipios fronterizos del norte de Portugal como Montalegre o Chaves.

«Es una buena oportunidad»

El encargado de la cuadrilla de rumanos que trabaja en las fincas de patata de Joga en Xinzo, Khali Oprea, argumenta: «Esta es una buena oportunidad de trabajo para nosotros, aunque es una labor dura». Oprea, residente en Ourense, que se encarga de buscar a estos operarios. «Hay compatriotas míos en Xinzo que podrían venir a trabajar aquí, pero prefieren cobrar la subvención del Risga y no hacer nada. Casi todos los que están aquí vienen de Rumanía». Este trabajador expone que los operarios son muy eficientes en la recogida ya que muchos de ellos vienen a Xinzo desde hace varios años y conocen bien la faena agrícola. Casi todos ellos son varones jóvenes, aunque también hay alguna mujer. Oprea lleva ya varias campañas con la empresa familiar de Ojea Calvo y se muestra satisfecho con la labor que desarrolla.