El «otro Pemán» analiza el clima de la comarca de A Limia

SINDO MARTÍNEZ XINZO / LA VOZ

XINZO DE LIMIA

Un vecino de Xinzo recibe el premio anual de Aemet por 43 años de trabajo diario

18 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

No es meteorólogo, sino ingeniero técnico agrícola. Sin embargo, tras casi medio siglo de dedicación, entiende tanto de los caprichos de Eolo y de su incidencia sobre la flora, fauna y agricultura como los profesionales del análisis climatológico. Guillermo Budiño Cajaraville, de 66 años, lleva 43 de ellos registrando los datos climatológicos de la comarca de A Limia desde la estación ubicada junto a la sede del consello regulador de la Patata de Xinzo. Esa prolongada labor, que incluye madrugones diarios, es totalmente altruista.

La estación es una de las diez de referencia en toda España para cotejar la evolución del clima español a lo largo de los años. Su constancia y la calidad de sus informes le han hecho merecedor este año de una distinción reservada cada ejercicio a tres personas en toda España: el Premio Nacional de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). A este galardón son propuestos anualmente más de dos mil candidatos, colaboradores del organismo público, pero solo una terna logra ese valioso reconocimiento.

Budiño, exjefe de la Oficina Agraria comarcal, comenzó su andadura como informador diario de los datos termopluviómetros antelanos en 1972. Y así continúa cuatro décadas más tarde, laborando en una estación cuyo funcionamiento data de 1947.

«Por aquel entonces había que hacerlo todo con termómetro, papel y bolígrafo. No existían los avances informáticos y la automatización de ahora», rememora Budiño. Su trabajo ha cambiado en estos años. «Ahora me centro más en la fenología, es decir, en la influencia del tiempo en cuestiones como la migración de las aves, en las cosechas o en su repercusión sobre la fauna y flora», señala.

El colaborador limiano de la Aemet tomó el testigo de la anterior persona encargada de la estación. «Él falleció y desde aquel momento, en 1972, decidí asumir esa tarea diaria y aquí seguimos», apunta. Y piensa continuar «hasta que el cuerpo aguante», dice. Budiño fue condecorado 1981 por el rey Juan Carlos con la Cruz de Oficial de la Orden Civil al Mérito Agrícola.

¿Y el cambio climático? Budiño opina que «es verdad que el tiempo parece estar descontrolado. Hay días calurosos en invierno y jornadas frescas en plena primavera. Pero llueve en cantidades similares a las de antaño».

Viviendo en una comarca eminentemente agrícola, Budiño reconoce que el tiempo es decisivo para la economía comarcal: «Ahora hay regadío para las fincas y el impacto de una temporada sin lluvia, por ejemplo, es mucho menor que antes». Matiz inmediato: «Si una sequía como la de estos pasados meses hubiera acontecido en los años 70, hubiera sido algo catastrófico para los patateros limianos». El de este año, según este experto, ha sido un verano atípico. «Ha sido uno de los más secos y calurosos que se recuerdan en muchas décadas», señala Budiño.

Con respecto a la fauna también ha habido cambios considerables en este casi medio siglo de mediciones y evaluaciones. «Hay muchas menos abubillas que antaño, más cigüeñas. Entran algunas especies invasoras en el hábitat, como las carpas en los ríos. En fin, se ven variaciones», señala el experto.

Muchas anécdotas salpican los más de 15.000 días de trabajo ininterrumpido (salvo vacaciones, que también las ha habido) de Budiño en la estación de la Aemet en Xinzo. Las variaciones térmicas han sido notables. Los registros aportan datos sorprendentes. El colaborador de la Agencia Estatal de Meteorología cuenta que «la temperatura más baja registrada fue el primer día del año 1971 con 19 grados bajo cero. El de más calor, el 20 de julio de 1990, cuando el mercurio llegó hasta los 42 grados».

El año más lluvioso en A Limia fue en 1978, con unos espectaculares 1.500 litros por metro cuadrado. El ejercicio anual más seco, en 2005, con 436 litros. 

En medio de los datos y las cifras, también hubo espacio para el drama provocado por la fiereza del viento. Budiño rememora perfectamente un ciclón desatado hace ahora poco más de un lustro, en febrero de 2010, que costó la vida a una vecina de Bóveda, en el Concello de Vilar de Barrio. «Fue algo tremendo», rememora el experto. La anciana, de 82 años murió tras caerle encima un muro de una nave, derribado por la fuerza de rachas de aire de 140 kilómetros por hora. Ese y otros días aciagos nos recuerdan que las fuerzas de la naturaleza son cuantificables, pero no controlables.