No entiendo por qué algunos se sorprenden con Trump y Le Pen por sus declaraciones que las empresas nacionales construyan en sus respectivos países. Con que usted dé una vuelta por algunos establecimientos gastronómicos de la capital del Ribeiro escuchará la misma versión. ¿Cuánta gente de fuera trabaja en los establecimientos bancarios de Ribadavia? ¡Ganan el sueldo aquí y se lo gastan en Ourense o en Carballiño! Esto y otras reflexiones se escuchan con cierta frecuencia. La misma versión también les vale a los trumpistas locales para la gente contratada en algunos supermercados de la capital comarcal y para los que trabajan en Correos, centro de salud, Seguridad Social, Ayuntamiento, Extensión Agraria... que parecen estar superpoblados por foráneos. Por suerte los tricornios se libran de las críticas.
Afirman los neotrumps que hay que hacer una ley que priorice la oferta laboral en Ribadavia para los que viven en Ribadavia, ya que hay mucho paro en la zona: ¡Ribadavia first! Eso también lo pienso yo. Hay que dar ejemplo patriótico: no censarse en la casa de un familiar en Ourense para obtener una plaza para la prole en uno de los colegios de la capital, tampoco empadronarse en la casa de un amigo de Arnoia para entrar en el taller de empleo o selección de personal de una empresa... Porque estas prácticas también van contra la patria local. ¿No?