Lo más bellos rincones urbanos a la espera de ser dotados de vida

OURENSE CIUDAD

Las plazas del casco histórico son lugares especiales y singulares, pero no están preparados para el ocio de los ourensanos

23 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La zona monumental de Ourense cuenta con rincones que son verdaderas joyas. Sin embargo, la degradación de muchas edificaciones que los rodean desmerecen estos espacios, que tampoco parecen estar pensados para el descanso y ocio de los ourensanos. Son las plazas públicas del casco histórico. Su belleza es inversamente proporcional a la cantidad de vecinos que disfrutan de ellas, a no ser que haya un bar que instale terrazas. Muchos pueden ser los factores que hacen de estos lugares zonas vacías de vida. Si se pregunta a los vecinos enseguida relatan algunas razones: es difícil caminar por ellas, no están preparadas para las personas mayores ni para los niños y carecen de servicios básicos, como puede ser una fuente.

Si se visitan desde la Casa Consistorial, la primera parada podría comenzar en la plaza da Ferreiría, ubicada en la zona trasera del centro cívico de la calle Colón. Un banco y una papelera, de las antiguas, completan el mobiliario urbano. El firme, de piedras de canto rodado, hace difícil el paso de sillas de ruedas, infantiles o caminar con zapatos de tacón. Más que difícil, imposible. Un inconveniente que es general en todas las plazas del casco histórico.

A pocos metros se encuentra la plazuela de la Trinidad. Unas escaleras de piedra dan acceso al lugar. Un gran número de bancos sobre los cantos rodados, una caseta para gatos y la única fuente de toda la zona se encuentran en este bello espacio. Todo bajo una gran arboleda. Pero está vacía. La fuente no funciona y está construida en cuesta.

El paseo nos lleva a la de Saco y Arce. Un gran espacio de piedra, totalmente diáfano. No hay bancos y pocos árboles; incluso uno se puede tropezar si no se fija en un alcorque vacío. Pegada a este espacio está la plaza Manuel Sueiro. Aquí sí que apetece descansar, pero es un lugar pequeño casi escondido. Sus tres bancos, dos de ellos pegados a una gatera, difieren de la desierta Saco y Arce.

Un breve paseo nos deja en la plaza Pena Vixía. Además de su belleza, lo que más destaca es el número de contenedores que hay. En un pequeño espacio, tres clausurados junto a cinco antiguos. Y a pocos metros, en la misma plaza, otros tres. Parecen demasiados a simple vista, sobre todo si se tiene en cuenta que no hay ni bancos ni ninguna papelera en el lugar.

Muy cerca está la plaza da Imprenta. Cuatro bancos permiten el descanso, junto a una gatera. Y, en la de San Marcial, una de las más grandes y en donde se suele colocar la terraza de un bar, encontramos una papelera y seis bancos de piedra. El canalón por el que hace tiempo corría el agua de una fuente, ya clausurada, supone un riesgo para los viandantes.

Completan la visita a las plazas del casco antiguo, la de San Cosme, totalmente diáfana; la de la Madalena, sin bancos; la del Corregidor, más pensada para el ocio nocturno y el aparcamiento de coches de los padres de un colegio cercano, y la del Trigo, rodeada, únicamente, de contenedores.