Y por fin... Machu Picchu

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El ourensano al que confundieron con un narco en el aeropuerto de Perú llegó ayer a su destino soñado

16 jul 2017 . Actualizado a las 08:50 h.

«Los peruanos son encantadores: súper amables, educados y muy atentos», decían ayer Julio Rodríguez y Bárbara Canedo. La pareja ourensana prefiere no meter en ese saco a los funcionarios que les obligaron a perder una semana de sus vacaciones en el país andino, empeñados en que él era un narco porque su nombre coincidía con el de un delincuente para el que había una alerta de la Interpol, por mucho que ni su edad, ni ningún otro dato lo corroborara. Además de los días y los gastos extra provocados, la obcecación burocrática y la escasa ayuda de las autoridades consulares españolas les hizo perder la entrada para visitar la ciudad inca de Machu Picchu; el motor que les impulsó a ese viaje.

Este singular enclave, declarado Patrimonio de la Humanidad, tiene tal demanda que es necesario reservar con meses de antelación. Julio y Bárbara pensaron el pasado día 8, cuando finalmente pudieron reunirse de nuevo, que ya no lo verían. Pero ayer lograron su objetivo. Bien es verdad que con sobrecoste. Tuvieron que pagar una penalización por el cambio de fecha -después de justificar con documentos la razón de su retraso-, además de adquirir hasta en dos ocasiones los nuevos billetes para el tren que lleva a Aguas Calientes, el núcleo desde el que se accede a la emblemática montaña.

Por cierto que ese viaje tampoco fue perfecto. Un paro en el transporte y la protesta de profesores que cortaron las vías les obligaron a caminar dos horas. Pero, dicen, el esfuerzo mereció la pena. Julio y Bárbara continúan visitando el país, aunque ya han tachado varios destinos imposibles de cubrir. El día 20 él regresa a Panamá, donde trabaja desde hace dos años; y ella viaja hacia España en la jornada siguiente.