Los vecinos creen que Aniceto pidió ayuda convencido de que su esposa estaba muerta

La Voz

OURENSE CIUDAD

20 jun 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Aniceto acudió a casa de sus vecinos, a quienes alertó aquella noche, diciéndoles «que me mataron a Isabel». Los dos testigos explicaron ayer que tenían la sensación de que tenía la convicción de que ella estaba muerta. Una vez en el interior del inmueble les fue mostrando los daños supuestamente provocados por el frustrado ladrón. La vecina aclaró ayer que cuando tomó la mano de Isabel se percató de que estaba viva. A partir de ese momento, tomó las riendas del asunto. «Le voy diciendo lo que tiene que hacer y obedece en todo. No lo noté nervioso», afirmó la mujer, quien, de forma rotunda, aseguró que «nunca» había visto ni el más mínimo gesto, ni tampoco acción violenta o agresiva por parte de Aniceto. La testigo negó expresamente que Isabel hubiera cambiado de actitud vital a raíz de la muerte de su madre unos meses antes. Que hubiera empezado a salir más, o a tomar café con amigas, mereció un «no» rotundo de Corona. Eduardo Perreras, esposo de Corona, corroboró que Aniceto e Isabel «se llevaban de maravilla» y que en modo alguno podían sospechar que él hubiera sido autor de aquella agresión. Le sorprendió, de todos modos, que aquella noche, primero en el trayecto desde la vivienda hasta el hospital de Verín y después hasta el Complexo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), «no dijo ni una sola palabra». «Perreras, que mataron a Isabel», repitió tres veces Aniceto, según aquel recuerda, cuando se presentó en su casa para informar de lo ocurrido.