«Antes nos castigaban sin salir y ahora salir es casi un castigo para los jóvenes»

Miguel Ascón Belver
miguel ascón OURENSE

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

El bar O Moruno cumple 25 años difundiendo el rock and roll en Ourense

18 jun 2017 . Actualizado a las 19:10 h.

De los pinchos morunos al «tócate los huevos». Ese ha sido el tránsito vital de uno de los locales más históricos del casco viejo ourensano. Juan Manuel Cid Martínez nació en Barcelona en 1974. Sus padres habían emigrado, pero volvieron y parte de sus ganancias las invirtieron en la compra de un bar en la praza do Trigo, frente a la catedral. Durante unos años el negocio no cambió mucho. Hasta que Juan se hizo cargo de él. «Los estudios no me hacían mucha gracia. Me gustaba más el rock and roll», dice. La frase es contundente, toda una declaración de intenciones, toda una filosofía de vida.

En 1992, el año de los juegos olímpicos de Barcelona y de la Expo de Sevilla, fue el nacimiento del nuevo Moruno. Juan estrenaba mayoría de edad y bar. Nada iba a ser igual en ese pequeño local de la praza do Trigo. Antes había pinchos; ahora rock: «Ha habido momentos mejores y otros peores, pero en estos 25 años no ha cambiado nada en el bar. Ni va a cambiar».

Juan lo tiene claro. El Moruno cumple este mes de junio un cuarto de siglo bajo su gestión. Y el modelo que ha implantado funciona. Es, de hecho, una excepción en la noche ourensana. Mientras otros locales de referencia para los roqueros cierran sus puertas, como ha ocurrido en los últimos años con negocios tan significativos como el FAR o el Rock Club (renacido y reinterpretado ahora en la praza Pena Vixía), el Moruno sigue abriendo. Y sigue llenándose.

Una de las claves es «paciencia y más paciencia», dice Juan. El bar no cambia, pero el mundo sigue girando a su alrededor y la realidad actual no es la misma de aquellos años noventa: «Ahora, con la tecnología, los jóvenes tienen otros intereses. Antes nos castigaban sin salir y ahora salir es casi un castigo para los jóvenes».

Pero, pase lo que pase, el Moruno seguirá ahí. Y funciona. Lo consigue con personal joven, una clave ineludible para que también la clientela siga siendo joven, por mucho que el tiempo insista en arrollarlo todo. El público del bar se renueva continuamente. Nada cambia, pero sigue habiendo roqueros. Y amantes del «tócate los huevos».

Ese es el nombre de la bebida que ha hecho famoso al bar. Lleva unos veinte años sirviendo ese chupito pegajoso y divertido, todo un éxito, una rareza fiestera que todo ourensano debe conocer. Esa particularidad atrae al local a todo tipo de público. Y hay quien se atreve a pedir que pongan las típicas canciones de bailoteo del momento. Se equivocan. «El Moruno no va a cambiar nunca jamás. Moriré con las botas puestas y el rock sonando», dice Juan, que lo tiene clarísimo: «Si quieren escuchar esa música, la ponen en el 90 % de los bares. Tienen mucho donde elegir».

Y es verdad. De hecho, el problema es para los roqueros ourensanos, que cada vez tienen menos donde elegir. La crisis y los cambios de costumbres de la sociedad amenazan el modelo. «La gente sale más tarde, si sale», comenta Juan, que no sabe lo que es acomodarse, batalla cada día: «No puedes pretender que el negocio funcione solo con tus amigos. La gente se hace mayor, se casa, tiene hijos y deja de salir. Hace falta renovar a la clientela».

en primera persona

Juan Manuel Cid Martínez. Nació en Barcelona en el año 1974 y gestiona el bar

O Moruno desde 1992.

Praza do Trigo. Allí es donde está el negocio que regenta, un clásico ya en la noche ourensana.

El «tócate los huevos», una señal de identidad para un establecimiento histórico

El Moruno es un clásico en Ourense. Lo era antes de que Juan se hiciese cargo de él, cuando allí se servían pinchos morunos (de ahí el nombre) en lugar de rock y de chupitos «tócate los huevos», una señal de identidad para el establecimiento, lo que marca la diferencia. Como bar duró muchos años, pero como local de copas lleva otros tantos. La vida ha cambiado mucho desde que en 1992 Juan Manuel Cid Martínez se puso por primera vez tras la barra del establecimiento. Hay cosas que han mejorado y otras que han empeorado. A Juan no le gusta que salir de marcha se haya convertido en algo secundario para los jóvenes de hoy en día, aunque admite que no todo son desventajas. «El ambiente roquero es de muy buen rollo. La gente es muy tranquila y ahora mucho más que antes. Hace quince o veinte años había muchas más peleas, por ejemplo», dice el propietario del Moruno.

Todo fluctúa, según dice Juan. Hay años en los que las cosas van mejor y otros en los que la movida nocturna ourensana decae con más intensidad. El caso es que, aunque ahora se está notando una cierta recuperación y existe más ambiente en la noche de Ourense, por motivos demográficos e incluso culturales ya no volverán aquellos tiempos en los que casi ni se cabía en la zona de los vinos de la capital ourensana. Ya no hay tanta gente, pero hay que sobrevivir y Juan no ha permitido que las circunstancias lo desanimen en ningún momento. Según dice, nunca se ha planteado convertir el bar en algo distinto a lo que es en la actualidad. No lo ha hecho hasta ahora ni lo hará en el futuro: «Ya llevo 25 años y me siento casi como si fuera un funcionario del Moruno. Hay que aguantar».