Hagamos balance. La lluvia de millones anunciada por Fomento para la integración de la alta velocidad en Ourense va ya por cerca de los 900 millones de euros. Ahí es nada. De cumplirse, podrá decirse sin ningún tipo de reparo que Ourense tendrá el AVE que se merece. Pero las palabras no son más que promesas hasta que se plasman en los documentos oficiales. Y ahí, de momento, las cuentas son mucho más austeras. El Diario Oficial de la Unión Europea publicaba en plena Semana Santa una inversión de unos 34 millones para reutilizar la vía férrea actual como trazado de entrada del AVE. Es decir, hacerle un lifting al conocido como el tramo da Vergoña para que los trenes rápidos entren a partir de finales del 2019 por un recorrido sinuoso y del siglo pasado. Esto, según Fomento, será provisional y acabará costando la friolera de 103 millones de euros. Es una inversión, de acuerdo con la promesa del ministro Íñigo de la Serna -el mismo que dijo en una entrevista que el gasto de la variante exterior era excesivo para ahorrar cuatro minutos y luego le obligaron a rectificar- es que ese gasto sea para cuatro años, lo que se tarde en construir la variante exterior, que está cifrada en más 600 millones de euros. De ser cierto, sería toda una apuesta por Ourense. Y aún quedan los 150 millones de la estación de Foster. Todo un dispendio. Solo el tiempo dirá si la solución provisional se convierte en definitiva, como temen muchos en Ourense. De ser así a los políticos que han empeñado su palabra en que la variante exterior se va a hacer se les caería la hemeroteca en la cabeza.