«Mi madre nunca superó la muerte de mi hermano en aquel accidente»

María Cobas Vázquez
MARÍA COBAS O BARCO / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Los restos del autobús fueron retirados en 2012
Los restos del autobús fueron retirados en 2012 LOLITA VÁZQUEZ

El miércoles se cumplen 40 años del siniestro en el que fallecieron 12 niños y el chófer del bus en Vilamartín

16 abr 2017 . Actualizado a las 10:21 h.

El miércoles a mediodía se cumplen 40 años del accidente de autobús que cambió para siempre Vilamartín de Valdeorras. Murieron doce escolares y el chófer, todos vecinos de la localidad.

Eran poco después de las dos de la tarde del 19 de abril de 1977 cuando un autobús de la empresa Trives viajaba por la antigua N-120 hacia A Rúa. Tras varias paradas, en San Miguel de Outeiro habían subido los últimos chavales de un grupo de 34 que acudían a las clases de tarde en el Manuel Respino después de haber comido en casa. Uno de los menores llevaba un magnetófono, así que en todos iban escuchando música. Y el viejo bus de más de 20 años avanzaba el camino para llegar al límite municipal, en una zona de pendiente y curvas, cuando -al llegar cerca de donde está ahora el cruce de salida de A Rúa Vella hacia la nacional- se le rompió la mangueta de una rueda delantera. Tras chocar contra el petril que delimitaba la calzada, el vehículo cayó por el terraplén de más de 50 metros de altura. Fue dando varias vueltas de campana -en las que algunos viajeros salieron despedidos- para quedar volcado sobre la vía del tren, atrapando a varios niños debajo. Uno de los que salió despedido fue Manuel Martínez, que entonces tenía 14 años y que fue quien alertó del accidente. Trepó ladera arriba hasta llegar de nuevo a la carretera y pedir auxilio. Él salió ileso, al igual que otros dos chavales. El resto corrieron suertes desiguales.

Murieron doce niños de entre seis y catorce años, así como el conductor del bus. Siete de los chavales eran vecinos de la capital municipal; los otros cinco de San Miguel de Outeiro, un pueblo donde en aquel momento había nueve niños. Pocas familias no se vieron directamente afectadas. De manera indirecta, todo el ayuntamiento. E incluso toda la comarca. Hasta 300 coches aparecieron para echar un cable en las labores de rescate de los heridos, algunos en estado muy grave, que fueron evacuados a Ourense y Ponferrada. Y fueron miles los que respondieron a la petición de donaciones de sangre.

Cada 19 de abril desde entonces hay un funeral de recuerdo de los fallecidos. Los primeros multitudinarios -en los dos entierros comunitarios, uno en la plaza de Vilamartín y el otro en una finca en San Miguel de Outeiro, se contabilizaron miles de personas- para después quedarse en un acto íntimo para las familias. Pero nunca hubo nada más. Cuenta Gelines Trincado que aunque se habló de hacer un homenaje ya en aquel momento -y después cuando se cumplían fechas señaladas, como los 25 años del siniestro- nunca acabaron por concretarse. «No sé si por dejadez o por qué, pero nunca se hizo nada», dice Trincado. Hasta el próximo miércoles.

Accidente de Vilamartín

El año pasado, en la reunión de antiguos alumnos del colegio de Vilamartín (que abrió en 1979 después de ser largamente reclamado y finalmente impulsado a raíz de la tragedia) se habló mucho del accidente. Varios de los asistentes perdieron a sus hermanos en el siniestro, como ella misma; y otros eran compañeros de clase de los fallecidos. «Fue muy triste para el pueblo y el vacío se notó mucho; pero en cambio todo era hablar, pero no se hacía nada», recuerda Trincado. Así que decidieron poner fin a esa situación, y cuanto antes mejor. El hecho de que se cumplan 40 años lo marcó todo. Hablaron con los familiares y comenzaron a diseñar el acto de homenaje, que incluirá la instalación de una escultura junto a la iglesia. «El párroco y el alcalde se pusieron a nuestra disposición para lo que hiciera falta», dice Trincado. Se colocará un monolito con una placa en la que aparecerán los nombres de los fallecidos y la frase «Siempre en nuestros corazones». Un texto sencillo que lo demuestra todo. Sin negros. «Lo único que pedimos es que no llevase nada negro, que ya negro llevamos bastante los familiares dentro», dice Trincado, que siempre habla del tema desde el plural de las familias afectadas, entre ellas la suya, pero no la única, como remarca.

Una llamada de teléfono

Gelines Trincado tenía 19 años y estudiaba Magisterio en Ourense cuando recibió una llamada de teléfono avisándole de la muerte de su hermano. «Me dijeron que había habido un accidente de bus y cuando pregunté cómo estaba mi hermano ya me dijeron que había muerto. No había nada que hacer», recuerda. «Fue horrible», añade. Es la expresión que más utiliza en el relato. Se había muerto su hermano José, entonces un chaval de 13 años, «muy guapo y muy alto; tanto que no pudo ir en un féretro de niño, llevó uno de adulto», añade. Al horror se unió el dolor ante la situación, que Gelines Trincado cree que su madre no llegó a superar nunca. «Mi padre había fallecido dos años antes; y después pasó lo de mi hermano... Creo que mi madre no lo superó nunca, estoy convencida de que no», añade. Todavía se le vienen las lágrimas a los ojos cada vez que evoca el accidente. No quiere llorar, y busca entereza de cara al miércoles. Para esa tarde, a las 19.30 horas está previsto el acto de homenaje a los fallecidos. En la puerta de la iglesia parroquial de Vilamartín se descubrirá el monolito con el nombre de las víctimas. Hablará el cura y también ella misma. Y después dos alumnos del colegio de Vilamartín harán una ofrenda floral. «Porque ellos también eran niños que iban al colegio...». Y de nuevo se le quiebra la voz por la emoción.

Un monolito con dos niños con libros y el nombre de los fallecidos

Manuel González era el chófer del autobús, en el que viajaban 34 niños que iban al colegio al Manuel Respino de A Rúa. Falleció en el lugar del accidente, como también José Arias, María de los Ángeles López, María del Carmen González, Ana María Diéguez, Manuel Ángel González, José Trincado, Manuela López, María Jesús Losada, María Teresa González y los gemelos Miguel Ángel y Manuel Fernández. Francisca Simón falleció a media tarde, poco después de haber sido ingresada en la residencia sanitaria de Ponferrada. También allí fueron trasladados parte de los heridos, mientras que otros fueron derivados a Ourense. Algunos tardaron meses en recuperarse, y hay varios que todavía arrastran secuelas del accidente cuando van a cumplirse cuarenta años. Los que sufrieron heridas de carácter leve fueron tratados por el médico que había entonces en la calle Doctor Vila ruesa.

Los fallecidos serán recordados de manera especial el miércoles, y para siempre estarán presentes para todos los que pasen junto a la iglesia parroquial de Vilamartín. Allí quedará el monolito esculpido con dos niños con libros -en referencia al hecho de que los fallecidos se dirigían al colegio-, con una placa de mármol en la que figurarán todos los nombres.

Las familias avisadas

Todas las familias están avisadas. Acudir o no al acto público de homenaje ya dependerá de cada uno en particular. Hay casas en las que hablar se convirtió en terapia y otras que no mentan el tema; aunque Gelines Trincado cree que acudirán todas. El tema fue muy doloroso. Y todavía lo es. «Fue horrible, horrible», resume. Ella irá en recuerdo de su hermano. Y hablará. De él y de todos. Cree que es un homenaje que todos se merecen.