El pronombre personal de tercera persona, en femenino y plural, es suficiente porque estas mujeres no necesitan presentación. Y, sin embargo, no es lo mismo que admitir su valía. Porque no nos engañemos, pasan los años y el deporte femenino sigue sin tener la repercusión que se merecerían nuestras internacionales ourensanas del fútbol sala y otras muchas deportistas con altísimo rendimiento en modalidades que no producen los ingresos económicos de otros espectáculos.
El nivel del fútbol sala femenino español está fuera de toda duda, pero la supresión del Torneo Mundial fue otra piedra en su camino, como la falta de una organización que al menos sea capaz de situar la Liga en un escaparate televiso. Pero ya se sabe, hasta que el Atlético de Madrid y el Barcelona apostaron por el fútbol femenino y reunieron a 14.000 espectadores en el Vicente Calderón, los ejecutivos no se daban por aludidos.
En el cuero pequeño falta un clic de esas proporciones, pero mientras tanto, Ourense dispone de la baza de la continuidad. Bea Seijas y Sonia Pacios siguen dando el callo en el Envialia y el Burgas, mientras que las nuevas generaciones florecen y Candela Soria debutará en breve como internacional, con la opción de viajar a Moscú, a la gran convocatoria internacional de la especialidad. Hoy mismo, Galicia se mide contra Cataluña en Compostela y entre ambos equipos aportan a siete de las doce integrantes del combinado autonómico. Y nuestra representación podría ser mayor, si fuera factible que las ourensanas del Alcorcón, Ana Rivera y Vanessa Sotelo viajaran desde Madrid. Todas ellas se merecen el éxito.