La cara amable del juego en Ourense

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

MIGUEL VILLAR

Los trabajadores del bingo llenan de ocio las noches del fin de semana de los ourensanos

25 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Trabajar de noche llenando de contenido el ocio de los demás. Eso es lo que hacen los trabajadores del bingo Costa Verde de la capital. Los fines de semana su horario llega hasta las tres de la madrugada y, aunque muchos de ellos son jóvenes y podrían estar divirtiéndose, no cambiarían, de momento, su trabajo. Uno de los secretos es el buen ambiente que hay. Tanto que, incluso antes de entrar en el bingo para trabajar, quedan en un café cercano para hablar un rato, reírse y ponerse al día. Jairo Herrera es uno de los trabajadores. Se encarga de la admisión. «El cuerpo acaba habituándose a estos horarios, el problema solo está a la hora de compaginar tu tiempo libre con el del resto de tus amigos y tu familia», explica. Es la primera cara que ve el cliente al entrar y, además de solicitar documentación, vigila el funcionamiento de las máquinas de apuestas. «Muchas veces sales, son las tres de la mañana y lo que menos te pide el cuerpo es dormir. Entonces vas a casa. Ves la tele o lees un rato y cuando te das cuenta es muy tarde. Por eso es importante mantener un ritmo», dice.

Carlos Pereira, Miguel Ángel Valado y Juan José Touriño son jefes de sala. Responsables del bingo, de organizar el trabajo y de que todo transcurra con normalidad. «Es importante no perder aficiones, aunque tengas que madrugar al día siguiente, sino te marchitas», afirma Carlos Pereira, que añade que los amigos se adaptan a sus condiciones de trabajo.

Miguel Ángel Valado es el más veterano del grupo, lleva 37 años en el bingo, desde su primera ubicación. Ya está acostumbrado a trabajar de noche: «Mi mujer y yo aprovechamos mis días de descanso para hacer cosas juntos». Ha visto, con el paso del tiempo, el cambio en los hábitos de juego. Y explica que ahora es más fácil ver gente por la tarde en el bingo que de madrugada. «La mayor parte de los clientes del bingo ya lo eran hace 20 años. Es gente que no trasnocha», afirma. Juan José Touriño empezó en admisión y hoy es jefe de sala. «Lo único malo es no poder estar con tu familia el tiempo que quieres. Pero eso ocurre en todas las profesiones», concluye.

María Rosa Albino Pereira y Érika García Álvarez son vendedoras. Anuncian los cartones y los reparten, además de marcar los premios de los clientes en la sala. La primera lleva 20 años trabajando en el bingo: «Estoy muy acostumbrada a tener este horario y ya no lo cambiaría. Cuando era más joven era diferente, porque me gustaba más salir y no es lo mismo». A Érika García le cambió la vida hace dos años. Fue madre y quizás ahora mismo el horario no es el ideal. «Es un trabajo que me gusta, pero cuando llego a casa, mi niña ya está cenada, bañada y dormida. La disfruto por la mañana pero...», dice. Erika explica que para estar al cien por cien en el trabajo es necesario descansar y destaca que después de tantos años, una de las partes más bonitas es que algunos clientes son como de la familia. «Algunos incluso me dicen ‘Me das suerte’», ríe.

Las dos benjaminas del grupo de vendedoras son Jennifer Alejandra Martínez y Emma Prada. La primera solo trabaja los fines de semana, ya que todavía está estudiando. Eso, dice, le hace más llevadero el turno de noche «Aunque sigo saliendo con mis amigos, me corto un poco más. Quizás lo más difícil es en verano, pero no por la hora de salida, sino por la de entrada, ya que a las siete ya estoy aquí», cuenta Emma lleva algo más de tiempo trabajando. Al principio, explica, le costó acostumbrarse. «Está claro que a mis amigos los veo menos que antes, pero cuando descanso suelo quedar con ellos», relata.

Jesús Samprimitivo es el camarero del bingo, tanto de la sala como de la zona de las máquinas de apuestas. «La verdad es que nunca me gustó salir demasiado. Ya estoy acostumbrado. Me costaría más madrugar», dice.

La imagen del bingo ha ido cambiando con los años. Los clientes se dividen en dos grupos: los del bingo y los de las máquinas de apuestas. Y las edades cambian. La actividad es mucho más vertiginosa a última hora de la tarde, sobre todo por la semana. Vayas cuando vayas, la sonrisa está asegurada. No en vano, ellos trabajan con tu ocio.

Al bingo se unen la máquinas de apuestas, dos formas diferentes de jugar

«Es importante no perder aficiones, aunque tengas que madrugar al día siguiente»