21 ene 2017 . Actualizado a las 20:59 h.

Definitivamente, en Ourense la defensa de la identidad cultural parece no importar demasiado. Esta misma semana hemos conocido que la iniciativa desarrollada por el Ateneo de la capital para sanear sus cuentas vendiendo sus fondos artísticos apenas si ha tenido respuesta de los ciudadanos. Tan mala es la situación económica de esta institución que se han visto obligados a instalar una urna por si alguien quiere hacer donativos, porque la caridad parece ya el último recurso de una entidad que durante sus años de vida ha sido uno de los máximos exponentes del compromiso cultural de la ciudad, esa que a nuestros políticos tanto les gusta denominar la Atenas de Galicia. Sin embargo, ni los que tanto alardean del próspero pasado cultural de la ciudad, ni la sociedad en general, están dispuestos ahora a pelear por la persistencia de ese símbolo que nació en el año 1969 auspiciado por intelectuales como Eduardo Blanco Amor, Ferro Couselo o Prego de Oliver.

Y no es la primera vez que el Ateneo atraviesa una situación complicada. Después de ocupar durante cuarenta años la entreplanta del emblemático edificio de La Torre, en 2010 la institución fue víctima de un desalojo tras el que primaban los intereses inmobiliarios. Entonces sus responsables fueron capaces de buscar una nueva ubicación para tratar de mantener viva la actividad de la entidad y preservar su legado pero todo apunta a que, en este viaje, se encuentran cada vez más solos. Con esta perspectiva, el que durante muchos años ha sido un espacio para el activismo social corre riesgo de desaparecer para siempre. ¿De verdad vamos a consentir que eso ocurra?