Los famosos de la diáspora también regresan en Navidad

mar gil OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Santi M. Amil

Como muchos ourensanos anónimos, nuestros nombres más internacionales pasan las fiestas en casa

25 dic 2016 . Actualizado a las 11:01 h.

Son científicos, músicos, actrices o humoristas con nombre y sona en los rincones más singulares pero se sienten, sobre todo, hijos de, así que, cuando llega la Navidad, el reloj de la tradición y la morriña familiar les recuerdan que el turrón siempre sabe mejor en Ourense.

María y Marcos Martinón

La gran familia. En la casa familiar de los Martinón, en Boimorto, se sentarán a la mesa 29 personas, hijos y nietos de Federico Martinón y Georgina Torres. Son una familia numerosa con varios vástagos en la diáspora. De Londres, donde investigan e imparten clases en la University College of London, llegaron esta semana María y Marcos. Él, arqueólogo enfrascado en los secretos de los guerreros de Xián, compartirá el tiempo navideño con su familia política, en tierras lucenses. Su hermana María, antropóloga, se dedicará en exclusiva a los suyos. «Mi madre -afirma- siempre ha sido una gran anfitriona así que vamos a dormir y comer los 29 en su casa. Nos apañamos».

Coincidir todos es complicado, asegura, por eso tiene más valor el encuentro. «Lo que más nos gusta -dice respecto a la mesa navideña- es lo cocinado por mi madre. Es ella la que discurre y la que cocina, nosotros ayudamos. Marisco a veces algo cae, pero los que vivimos fuera valoramos más una buena carne o un buen pescado».

Para Marcos, «el menú es lo de menos; lo importante es que sea en casa». El turrón, por cierto, no se prueba hasta el 24 y Papá Noel no aparece por Boimorto. Allí solo llegan los Reyes.

Sergio Pazos

El adoptado. Sergio Pazos no se toma en serio ni la Navidad. En su casa nunca fue una fiesta relevante y, aunque él acaba regresando siempre, lo suyo no es consagrar tradiciones. «Tento escaparme e visitar o pai e os irmáns pero a verdade é que vou quedando onde me van adoptando. Como son o que está sempre fóra e non ten compromiso, eu déixome querer así que uns anos vou cos irmáns, outros co pai... A despedida do ano fágoa sempre no Rosal, na casa dun amigo adegueiro». Tal vez su tradición más asentada es escapar tres días a Soria, a pasar frío y compartir juerga con amigos. Cuando llegue el 2017 continuará la gira con «Asamblea de las mujeres».

Myriam Gallego

No sin mi pandereta. Desde que, a los 18, se marchó a Madrid a estudiar, Myriam no se ha perdido una sola Navidad en Ourense. El 24 y el 25, enfatiza, «siempre, siempre, siempre» los pasa en casa. La Nochebuena, con sus padres y hermanos, y el 25, con la familia extensa, los nueve hermanos de su madre y sus respectivas proles. En total rozan el medio centenar así que se turnan cada año para cocinar y organizar.

El 24 no faltan en la mesa ni las vieiras ni las centollas, al gusto de su padre que, por cierto, renueva cada año la tradición de servirle a la hija mayor de Myriam una bandeja de percebes, «uñitas», como ella las bautizó. El 25, en casa de la abuela, la comida multitudinaria requiere entrantes y un plato principal de cuchara, además de postres aportados por cada uno. A las canciones de su padre en las sobremesas suma Myriam la música de varias panderetas, herencia de la abuela, que nunca olvida traer desde Madrid.

Cristina Pato

Bacalao y canto. Aunque estamos acostumbrados a verla por el ancho mundo, Cristina Pato asegura que su casa es Ourense y que Nueva York es, simplemente, su lugar de trabajo.

«Pasamos as festas na aldea -cuenta-. Somos catro irmás e estamos todas desperdigadas así que o Nadal é a época do ano na que, seguro, seguro, nos xuntamos todas».

Con la ausencia física del padre y el vacío mental de la madre, la Navidad de Cristina va readaptando las tradiciones. La lasaña que la matriarca preparaba el 25, por ejemplo, se reconvertirá este año en caldo y cocido. «Con verzas da Bola, a terra da miña nai, e patacas de Trives, da miña irmá -enfatiza Pato-; intento que todo sexa da casa porque, ao estar sempre fóra, valórase máis».

Donde no habrá cambios es en Nochebuena. Comparten esa cena, de siempre, con otra familia de la aldea y el bacalao con coliflor de la huerta es imprescindible. Por la noche, la celebración se hará musical: «Cando vivía o meu pai sacaba sempre o seu acordeón e pasabamos a noite cantando. Nós seguimos mantendo a tradición, non é o mesmo sen el, pero somos moi cantaríns». Lo de salir no se mienta ni en Fin de Año: «Nestes días fago cousas que ás veces esquecemos o importantes que son, como desfrutar da familia».

Christian Escuredo

Valdeorras Style. En la casa que Christian Escuredo restauró en su aldea la Navidad es, por encima de todo, valdeorresa. Hoy mismo viajará desde Barcelona y regresará el propio día de Navidad para una nueva representación del musical «Priscilla» en el Teatro Tívoli. Será breve, aunque aprovechado. Se reúne con padres, hermana, abuela, tíos y primos, pero no pasan de 10.

La cena de Nochebuena comienza siempre con embutidos de la matanza casera; después, marisco -cigalas, vieiras y langostinos nunca faltan- y carne o pescado, según el mercado. El 25, Valdeorras vuelve a estar presente en la mesa: «botelo da casa con cachelos e verzas e, por suposto, viño de aquí, que o meu pai está moi orgulloso do viño que fai».

«O día 24 nunca faltei na casa e espero non faltar; é o regalo máis bonito que podo ter, pasalo coa familia».