Qué poca memoria tenemos y cuánto cuesta cambiar las cosas. Si en los tiempos más duros de la crisis, el recortar los gastos en las campañas electorales fue uno de los acuerdos de los partidos políticos, ayer por la mañana me encontré el buzón lleno de propaganda de cuatro partidos. La de otro ya había llegado días antes. Propaganda de los viejos partidos y de los nuevos. El clásico sobre con la foto del candidato y un extracto del programa de cada partido. Esto último lo supongo porque no los he abierto. Ninguno. Parecía que eso lo tenían claro los partidos también durante la crisis. Que este tipo de envíos electorales no tenían mucho sentido ni eficacia, aparte del gasto que supondrían para sus cuentas. Todo eso se ha olvidado. Celanova, sin ir más lejos, está inundada de nuevo por cartelería de todos los partidos, de los nuevos y de los viejos. Si el continente no cambia ¿por qué habría de hacerlo el contenido? Me parece que esos sobres con propaganda electoral seguirán ahí hasta después del 25S o se irán directamente a la basura. Al contenedor azul y espero que, al menos, no me den más trabajo para separar algún plástico añadido. Y si estos son los preámbulos, ¿qué tipo de legislatura autonómica nos espera? Independientemente de los resultados, me temo que más de lo mismo. El interés redescubierto por la política entre la ciudadanía a causa de la crisis y los casos de corrupción destapados se ha ido sofocando con discursos cansinos por parte de todos. Y mientras tanto, Ourense seguirá esperando un milagro, pero no llegado de la política. Por lo visto, los nuevos no traen novedades.