Cuando la vocación es cuidar

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

antonio cortés

Madre e hijo trabajan en el CHUO aunque nunca han coincidido en un servicio

25 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ella estudió en Santiago de Compostela porque no había otra posibilidad, pero él ya pudo formarse profesionalmente en Ourense. La madre siempre ha trabajado con niños y el hijo está encantado de que nunca le haya tocado un servicio pediátrico porque, según reconoce «me impone bastante y creo que me sentiría más inseguro». Lucila comenzó a trabajar en la residencia Santa María Nai, el primer edificio del actual complejo hospitalario. «Éramos pocos y teníamos muy poquitos medios, nada que ver con lo que hay ahora», recuerda. Pero Lucila García Calviño no tuvo que quebrarse la cabeza esperando obtener una plaza fija, como le ocurre a David Castro García, su hijo, quien, no obstante, asegura que nunca le faltó trabajo.

«Afortunadamente en los doce años que llevo como contratado no he parado, pero me he recorrido todos los rincones, he estado en Primaria y en prácticamente todos los servicios hospital, y esa estabilidad sí se hecha de menos» dice este joven que comparte la misma pasión que su madre por la profesión, aunque ella, según dice, nunca lo presionó para que siguiese sus pasos. «Tampoco lo desanimé cuando llegó el momento, entre otras cosas porque él ya sabía lo que era esto. Veía a su madre, que a veces trabajaba los domingo, los festivos, por las noches..., así que esa parte ya la conocía de sobra», matiza Lucila. «Lo que sí me dijo fue que este era un trabajo duro y que te tiene que gustar», recuerda el vástago.

«Estoy contenta de que lo haya elegido, porque realmente veo que siente la profesión y eso es lo importante. Yo he sido feliz en este trabajo porque siempre fue mi vocación, desde niña, y hasta el día de hoy me he sentido plenamente realizada ejerciéndola», señala. A falta de seis meses para jubilarse, Lucila aspira a que su hijo pueda decir lo mismo cuando haya cumplido, como ella, los 44 años de ejercicio.

De momento parece que David va a cumplir ese deseo. «Nunca me he arrepentido de haber elegido enfermería y aunque luego influyeron más factores, sin duda el ejemplo de mi madre fue fundamental», dice. Eso sí, ha variado ligeramente lo que contestaba cuando le preguntaban de pequeño. «Siempre decía que quería ser médico de niños como su mamá», recuerda Lucila entre risas. «Yo no sabía muy bien. Venía a veces con mi padre a recogerla y subía a planta porque me gustaba ver aquello, el material, los niños», recuerda David.

No es solo la vocación lo que comparten madre e hijo. Ambos tienen una forma de ser muy parecida. «Yo creo que los dos somos ese tipo de persona que por fuera parecemos muy tranquilos pero por dentro somos bastante nerviosos en cuanto a que necesitamos actividad y tensión. Quizá por eso ambos estamos en UCI, ella de pediatría y yo con adultos», relata.

En casa no se habla del trabajo

También comparten la teoría de que no es buena idea llevar el trabajo a la mesa familiar. «Nunca hablamos de trabajo en las reuniones familiares», afirma tajante la madre. «Sería tremendo y para el resto de la gente una desconsideración que nos pusiéramos con nuestra jerga, así que procuramos por respeto no hacerlo. Es cierto que cuando dos personas del gremio se ponen a hablar de cosas de la profesión, acabas rallando a la gente», confirma el hijo. Eso sí ambos reconocen que «alguna vez, si estamos solos los dos, puede darse que comentemos algún caso excepcional; pero es muy raro».

De hecho Lucila dice que ni siquiera recuerda que David le haya consultado dudas relacionadas con la profesión. «Creo que ni cuando estaba estudiando». Pero él la contradice. «Alguna vez sí que le he preguntado cómo hacer una técnica concreta si se me planteaba una situación determinada si veía que me podía tocar trabajar con algún niño, porque realmente es distinto al trabajo con adultos», relata.

Eso sí, cuando la duda afecta a la familia, existe el intercambio de pareceres. «Yo le pido infinitos consejos sobre mi hija, su nieta. Es una gran profesional con mucha experiencia con los niños y siempre me tranquiliza», apunta. Por el contrario, cuando se trata de temas relacionados con los más mayores de la familia es él quien marca la pauta. «Suelo llevar yo la voz cantante porque tengo más experiencia con mayores», comenta el hijo que, sin embargo cree que hay un aspecto en el que nunca alcanzará a su madre: «La paciencia. Es su mejor virtud. Y no hay más que verla cómo maneja las situaciones cuando se juntan sus cinco nietos en casa. Jamás pierde los nervios y la serenidad», asegura.