Da igual que los objetivos de ambos equipos sean antagónicos, que los presupuestos sean desproporcionadamente desiguales y hasta que el potencial aparente de las plantillas también se descompense. El Breogán-COB de mañana volverá a ser un partido pleno en emotividad para las aficione. Rivalidad bien entendida con el fin de conseguir una victoria que, además del reflejo clasificatorio, tendrá un recordatorio en el tiempo como mínimo hasta el próximo duelo, que tal y como pintan hoy por hoy las cosas, podría demorarse a más de un año vista.
Porque lo que sí está claro es que este será el último partido de ambos equipos en LEB Oro de la presente temporada y la próxima. El COB jugará donde se ganó su sitio el pasado curso, ante el propio Breogán, en ACB, y los lucenses intentan quemar las naves para en busca de un ascenso, para regresar a la élite.
Tanto en LEB como en ACB ambas aficiones tienen mil historias, recuerdos y anécdotas que contar, algunas llenas de alegría y otras numerosas decepciones, porque este derbi por antonomasia en Galicia, es prolífico para que el factor cancha no sea todo lo fiable que suela ser normalmente para el equipo anfitrión.
Esta vez faltará el desplazamiento masivo de aficionados de Ourense del pasado mes de mayo, pero los centenares que se desplacen volverán a demostrar que son uno de los mayores activos que tiene el club de cara al futuro en la máxima categoría del baloncesto español.
Sin hablar de favoritos la presión por ganar corre de cuenta de un Breogán con mucho en juego, pero el COB juega la baza de la ilusión y el querer sacarse la espina de la primera vuelta, cuando la derrota de 18 puntos hizo mella en la plantilla.