Ourense se lleva la palma en muchos apartados negativos, que se han grabado como estigmas en nuestro mapa. Los rastros del caciquismo o de las tramas de corrupción son muescas que no apetece remarcar, aunque es necesario tomar nota para enfilar la dirección correcta.
En esa construcción del Ourense moderno, desde hace años se han destacado hábitos de vida saludable, que si bien están en alza en buena parte del orbe, aquí tienen manifestaciones tan multitudinarias como la carrera popular pedestre de San Martiño, que en poco más de un mes cumplirá 39 años de historia, rebasando en cada una de sus ediciones barreras de participación.
Y no se trata de un simple escaparate, porque la clásica de otoño es el fiel reflejo de una costumbre, la de los ourensanos que cuidan su ritmo vital y además difunden esa conveniencia a los más jóvenes, a esos pitufos que durante generaciones han tomado la salida en la prueba corta, tanto en su cita estelar como en el circuito «Correndo por Ourense» o en otras convocatorias que se desarrollan a lo largo de nuestra geografía provincial.
Las orillas del Miño han sido una seña de identidad de la ciudad de los buenos hábitos, por mucho que también salpicaran en su ribera más de una «falcatruada» de los que mandan o mandaron. A la larga, quienes pasaron del deporte, comienzan a darle el valor que tiene por una simple evolución ideológica, o por el hecho constatable de que los ciudadanos de a pie están reivindicando su derecho a correr. Se lo merecen.