Ala actual corporación local de Ourense le quedan dos telediarios, o tres meses, que viene siendo lo mismo, pero es suficiente para que aún obsequien a la parroquia, ellos y ellas, con algún golpe de efecto. Deberían, pero tampoco se trata de señalar. Lo del grupo socialista no tiene nombre, pero ahí siguen, cada cual con sus razones, unas más dignas que otras, sin ceder ni un paso. Entre los populares, una vez que Collarte decidió que allí no pintaba nada y lo mejor que podía hacer era irse, sin hacer excesivo ruido, además, han navegando con relativa paz. En el grupo nacionalista hicieron borrón y cuenta nueva cuando apareció la primera tormenta. Y punto.
Ahora le ha llegado el turno a Democracia Ourensana. Hace ya muuucho tiempo que era más que evidente la distancia entre el líder Jácome y la independiente Susana Gómez, que se retira. Hubo plenos en los que la tensión y la falta de comunicación era más que perceptible. Jácome la despide dándole un diez, dice, como amiga, política y trabajadora. Ella, sin ser tan condescendiente, tampoco hace sangre. No le gusta el «rumbo emprendido por el partido» y se marcha de una formación, en la que, como aclara, se integró como independiente. Pues va a ser eso.
Que hubiera independientes en las candidaturas de los partidos llamados mayoritarios era algo más o menos aceptado. Independientes en formaciones tan particulares como Democracia Ourensana le dan otro aire. Ese punto de disidencia; ese toque digamos díscolo; ese ahí te quedas, Gonzalo. ¿Y qué? Pues nada. En realidad, qué más da.