El sacerdote tenía la cara magullada y con sangre. Se desconoce por ahora con qué objeto lo agredieron
14 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.El pueblo de Vilanova dos Infantes confía en que la investigación del homicidio del cura ourensano Adolfo Enríquez, asesinado esta semana, llegue a buen puerto para dar con los autores del crimen. Un golpe en la cabeza pudo ser la causa final de la muerte a manos de unos asaltantes desconocidos que supuestamente pegaron previamente a la víctima para robarle.
El cuerpo se halló en un pajar, en la zona del patio a la que el cura solía salir, incluso a medianoche, para alimentar a varios gatos que acudían a la casa. Supuestamente, este golpe en la cara, a la postre mortal, pudo hacerle caer ya inconsciente, ya que la postura de las manos -con las palmas hacia arriba- no evidenciaba que hubiera hecho el acto reflejo de protegerse ante una caída.
Una casa siempre abierta
Las actuaciones siguen secretas por mandato judicial y la casa en la que ocurrió el crimen, precintada y vigilada. Los investigadores, después de dos días inspeccionando el lugar y buscando huellas, tienen trabajo por delante para afinar sospechas y aclarar lo ocurrido. Los vecinos decían que el cura abría su casa a todos y puede haber rastros de múltiples personas, conocidas o extrañas.
En la homilía durante el funeral celebrado ayer, el obispo de Ourense, Leonardo Lemos, dijo que el cura «muchas veces fue engañado pero la limosna cubre multitud de pecados». Más de medio millar de personas -entre ellas más de un centenar de sacerdotes- asistieron, todavía sobrecogidos, al funeral. La misa campestre se celebró en el altar de la explanada del santuario de O Cristal cuya construcción promovió el fallecido. El obispo abogó por «dejar que la dolorosa certeza de la muerte se vaya clarificando humanamente».
El pueblo pide «justicia para don Adolfo», con carteles con un crespón negro, tras un suceso que ha conmocionado a la pequeña población. Además de dar con los autores, continúa la preocupación por el paradero de la imagen de la Virgen del Cristal -tan ligada a la figura del párroco que la guardaba en su casa- y un «signo de identidade» de Vilanova dos Infantes, en palabras del escritor Xosé Luís Méndez Ferrín, oriundo del pueblo.