Ourensanos hablan sobre la tragedia de Manchester

María Cobas, Marta Vázquez LA VOZ / OURENSE

A RÚA

Nuria Cotarelo, de A Rúa, y su marido, Asier Martínez
Nuria Cotarelo, de A Rúa, y su marido, Asier Martínez Nuria Cotarelo

Nuria Cotarelo y Santiago Pato residen en la localidad en la que ocurrió el brutal atentado

24 may 2017 . Actualizado a las 11:47 h.

La valdeorresa Nuria Cotarelo estaba en su casa de Manchester, a apenas 200 metros de la Victoria Station, cuando escuchó un fuerte estruendo. Pensó que era tormenta, pero pronto recibió un mensaje que alertaba de una explosión. "Entonces puse las noticias y ya vi lo que pasaba", contaba ayer por la tarde desde su vivienda. Llevaba todo el día encerrada en casa junto a su marido (Asier Martínez, de Ponferrada) y su hermano Alberto, que vive en Liverpool pero estaba de visita. "No nos acercamos a la zona porque era un caos, está toda la zona acordonada y no serviríamos de ayuda", decía. Además, con la noticia de un detenido "había desconcierto, y nos quedamos". Enfermera de profesión, estuvo todo el día pendiente del teléfono por si la llamaban para ir a trabajar. "Estamos todas las compañeras preparadas por si hacemos falta", decía. A media tarde se preparaban para salir. Los tres iban a ir a donar, contestando la petición de sangre para atender a los heridos; y también para secundar la concentración ante el Ayuntamiento de Manchester de repulsa por el atentado. "Estamos en shock, pero vamos a seguir haciendo nuestra vida; hay que luchar contra esta lacra, porque ahora mismo el mundo es inseguro", decía. Aseguraba que por la tarde Manchester estaba recuperando la normalidad. "La gente no ha dejado de hacer su vida normal... aunque lo que sí hay es más presencia policial".

En cuanto vieron la dimensión del atentado, Nuria Cotarelo escribió a su familia. "Ahí era tarde, pero decidimos enviar un mensaje por si se levantaban temprano y se preocupaban; avisamos de que estábamos todos bien", explicaba.

En Salford

El ourensano Santiago Pato llegó a Manchester el pasado 1 de mayo. Está haciendo un doctorado que contempla una estancia de tres meses en la Universidad de Salford, cerca de la que reside. Su casa está a dos kilómetros del centro de la ciudad y, por ese motivo, en la noche del lunes no escuchó la explosión. Recordaba ayer que estaba ya en la cama cuando oyó mucho ruido de sirenas. «Vivo al lado de una comisaría y suele ser normal que se escuchen, pero la verdad es que me parecieron demasiadas». Al día siguiente vio que en su móvil había muchos mensajes y llamadas perdidas, y enseguida se enteró de lo ocurrido. «El tráfico lleva todo el día colapsado y los helicópteros han estado todo el día sobrevolando la ciudad», ha relatado. Como muchos otros ciudadanos, pese a la tragedia ha intentado mantener la normalidad. «He ido a trabajar como todos los días pero se nota que la gente está afectada», relataba. Con todo, asegura que hay mucha solidaridad entre los residentes. «Se está difundiendo por las redes sociales el símbolo de la abeja, que representa los valores del trabajo y la solidaridad que hay en esta ciudad, y también se ha puesto en marcha una campaña para que la gente que tiene casas o habitaciones disponibles las ponga a disposición de las víctimas o los afectados por el atentado». Asegura Santiago que conoce perfectamente la zona en la que ocurrió el atentado. «Podíamos haber sido cualquiera porque es una zona muy concurrida, yo mismo estuve allí el sábado pasado por la noche porque es una zona de salir», pero advierte que lo sucedido no va a cambiar sus planes. «Seguiré el tiempo que había planificado, esto genera inseguridad pero debemos seguir adelante porque lo contrario significaría que damos la batalla por perdida».