«Cuando vendí más periódicos fue los veinte días antes de morir Franco»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

Toda una vida dedicada a la venta de prensa en las calles de la capital

21 may 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Hoy cumple 69 años. José Antonio García Fernández lleva toda su vida pegado a la prensa. De la mano de su madre, siendo pequeño, empezó en el mundo del reparto y hoy todavía no tiene una fecha de retirada. Es todo memoria. Y no solo de los acontecimientos importantes de las ultimas décadas. «Vendo periódicos desde 1959, que empecé con una mesa en la avenida de Buenos Aires; en 1963, en Sáenz Díez; en el 1972, en la Alameda; un año más tarde, en la Alameda y Oira; en 1990, en la estación de autobuses; y, ahora, en la Alameda sigo», relata sin titubeos. Pero antes, en 1954, ya recuerda cómo acompañaba a su madre: «Ella llevaba los periódicos y yo subía a los pisos».

A lo largo de todo este tiempo ha sido el termómetro de lo que ahora sería el Trending Topic informativo. Y dos son las noticias que durante este tiempo recuerda por la cantidad de periódicos vendidos. Una de ellas fue la rotura de la presa de Vega de Tera que el día 9 de enero de 1959 inundó y arrasó el pueblo de Ribadelago, en la provincia de Zamora. «No parábamos de vender periódicos, casi nos los quitaban de las manos». Y, la que más repercusión tuvo, la muerte de Franco. O, mejor dicho, la espera de su fallecimiento. «Cuando más periódicos vendí fue durante los veinte días anteriores a la muerte de Franco. Todos los que cogíamos se vendían. Todo el mundo esperaba con la ilusión de que apareciera en la portada», explica. Y en el relato hace un inciso: «En aquellos días, de noviembre del 75, en la Alameda había un equipo de fútbol de juveniles, quince muchachos que eran fabulosos para todo. Tenían una educación exquisita. Y me echaban una mano en todo lo que me hacía falta. Durante esos 20 días se dedicaban a ir a por más periódicos y me los carretaban hasta la mesa en donde vendía». Recuerda que eran bueno tiempos para la prensa: «Vendíamos 500 diarios».

El 23F lo recuerda como otra fecha clave, pero con humor relata que en el apartado deportivo le debe una a Hristo Stoichkov. «Si algún día veo a Stoichkov lo invito a una botella de champán. Durante tres días no me llegaban los periódicos deportivos para nada. Por muchos que trajera. Le había pisado un pie a un árbitro y mientras no salió la sanción aquello fue increíble», explica. Fue 5 de diciembre de 1990 y el damnificado fue el árbitro Urizar Azpitarte. Al futbolista le cayeron seis meses. En clave local recuerda la manifestación en la ciudad para exigir una universidad y todos los sucesos, aunque de estos prefiere no hablar. José Antonio, ahora desde su quiosco en la plaza Bispo Cesáreo, recuerda cuando en la ciudad casi no había puestos fijos de venta y esta se hacía por la calle. «El mejor cliente era el Sanmiguel, a la cafetería iba mucha gente a desayunar y ahí vendías muy bien e incluso con buenas propinas. Otro sitio muy bueno para la venta era donde los autobuses, nos daban 10 céntimos de peseta por periódico vendido. Cuando mi madre se jubiló por ceguera quedó mi hermana y estuvo hasta que se cerró en el 90 en Sáenz Díez desde donde salían el Auto Industrial y el Castromil».

«Si algún día veo a Hristo Stoichkov le invito a una botella de champán»

«La relación con los clientes es, después de tantos años, de amistad»

El quiosco de Bispo Cesáreo pertenece a la asociación de vendedores minusválidos de Ourense y José Antonio García Fernández tiene la concesión hasta el año 2055. Tenía 22 años cuando la cadena de transporte de una estampa de forja reventó y le destrozó un brazo. «Era el 3 de abril de 1970 a las seis y veinte de la tarde», recuerda. Tras más de un año internado, y después de innumerables operaciones, ahora parece una historia pasada, aunque al relatarlo todavía se emocione. Si algo tiene claro este ourensano -«nací en la calle Cisneros número 5, 4º», apunta- es que la mayor de las satisfacciones es que varias generaciones de ourensanos hayan pasado por delante de su quiosco. «La relación con los clientes es, después de tantos años, de amistad. Tengo una cosa muy buena, trato de no hacerle daño a nadie y no me gusta que me lo hagan. Y el cliente siempre tiene la razón».

Con su mujer se turna en la atención del quiosco de Bispo Cesáreo, pero tiene dos hijas que han tomado caminos diferentes, aunque han nacido y crecido aprendiendo cómo se trabaja. «Cualquier de ellas podría hacerse cargo, incluso alguna ha estado alguna vez al frente. Pero las dos son universitarias y trabajan en lo que les gusta». Sobre el futuro del quiosco, en relación a la persona que le gustaría que cogiese las riendas una vez que se jubile, José Antonio García lo tiene muy claro: «Alguien que sea buena persona».

Mientras relata cómo ha sido su vida laboral y personal, no paran de llegar clientes. Casi no hace falta que pidan, ya sabe lo que vienen a buscar: «La atención debe ser perfecta y debes tratar de guardarte para ti cualquier cosa que te digan», subraya. Hoy está de cumpleaños, otra fecha para no olvidar.