«Se va el emblema de la plaza»

Cándida Andaluz Corujo
cándida andaluz OURENSE / LA VOZ

OURENSE

Santi M. Amil

La panadera más veterana, Pilar Moure,  ha puesto a la venta su puesto tras 72 años de trabajo

17 may 2017 . Actualizado a las 18:00 h.

«Se va el emblema de la plaza de Abastos. A quien recurríamos los sábados y domingos por la noche para comprar el pan, cuando nos olvidábamos de hacerlo durante el día o ya no nos quedaba», dice Rubén Caeiro, que tiene un puesto en el mercado de la capital ourensana y que ahora está un poco menos acompañado.

Pilar Moure Benavides -Pilar, la de las empanadas, como algunos la conocen- ha cerrado la panadería. El sábado pasado bajó definitivamente la persiana, aunque ella ya llevaba tiempo sin poder atender a sus clientes. Ayer, con la colocación de un cartel de «Se vende», se dieron por cerrados 72 años de vida en la plaza. Una enfermedad ha frenado a una mujer siempre vitalista y trabajadora incansable. Con 83 años, está de baja por enfermedad y el viernes certificará su jubilación. «Yo a todos los que me preguntan en donde tengo mi puesto les digo siempre: ‘Al lado de la Pilar’. Y todo el mundo sabe a qué me refiero», relataba ayer Rubén.

Desde niña, Pilar ha estado relacionada con la plaza ourensana, aunque el puesto propio vino muchos años después. Fue difícil convencerla de la necesidad de tomar un descanso. Ella, según comentaba ayer la familia, siempre dijo que el día que se fuera de la plaza se moriría. Ahora se esté recuperando de una enfermedad lejos de la esquina que fue como un hogar para ella durante décadas.

«Siempre ha sido un mujer muy independiente. Le gusta mucho su trabajo. Tanto, que casi ha sido más una patología», afirmaba ayer su yerno. Junto a él y a su hija descasa en Vigo estos días. No hubiera querido dejar nunca el mercado porque su vida ha sido la panadería y su relación con la gente. Varias generaciones han pasado por el puesto más conocido. Primero de la mano de sus padres y más tarde acompañados de sus hijos. Para todos ha tenido una palabra. De todo tipo, porque si algo tiene Pilar es carácter. No deja indiferente a nadie. Hincha del Barcelona hasta la médula, no dejaba pasar la oportunidad de mofarse de los madridistas tras una mal domingo para los merengues. Así que había algunos que preferían quedarse sin pan, al menos en los días de derrota. Las victoria culés las celebraba también con sus clientes.

Pilar, desde la esquina superior del rianxo, parecía vigilar el exterior y todo lo que ocurría, menos cuando tenía la televisión encendida, sobre todo de noche. Entonces era fácil verla dentro de su puesto, sentada frente al televisor, esperando la llegada del último ourensano sin pan del día. A las once apagaba las luces. Y si a esa hora pasabas sin verla, ya sabías que era tarde y que te habías quedado sin hogaza. Eso antes de que se pusieran de moda las tiendas 24 horas y que se vendiera el pan en las gasolineras, aunque por supuesto no estamos hablando del mismo tipo de producto.

Su marcha coincide con la inminente reforma de la plaza de Abastos, quizás un presagio de un cambio de época. Aunque le hubiera gustado poder seguir trabajando para vivir y ver de primera mano los cambios del mercado, ella que nunca quiso cambiar. «Se mantenía agarrada al puesto. Nunca fuimos capaces de convencerla y al final ha sido la salud», afirmaba ayer la familia.

Con la jubilación de Pilar Moure desaparece una parte de la historia de la capital ourensana. Esa a la que todos los que le compramos pan podemos aportar nuestra propia anécdota. Alguien la sustituirá en el puesto y, aunque le pese, seguirá siendo «el de la Pilar» durante años.