La reinvención de una nadadora

Luis Manuel Rodríguez González
luis m. rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Iria Álvarez pasó de la velocidad al waterpolo tras la lesión de cadera que frenó su brillante trayectoria deportiva

17 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Iria Álvarez Liz (Ourense, 1993) fue en su día la nadadora con mayor proyección internacional en nuestra provincia, consecuencia lógica de una carrera tan pujante como imparable, hasta que una rara lesión de cadera la situó ante un muro y la obligación de pelear muy duro para superarlo.

Y todo comenzó cuando apenas era una niña de siete años y entró de la mano de su padre en la piscina de Os Remedios: «Me llevó porque quería que aprendiera a nadar, nada más, pero aquello me gustó y me quedé allí para siempre». Lo que sucedió después está apuntado en diversos anales deportivos. Desde campeonatos gallegos al bronce absoluto de 2011 en los 200 metros mariposa, lo que ya venía acompañado de alguna presencia en la selección española, incluida la convocatoria para la Copa Latina en Argentina. El palmarés de la pabellonista se armó con varias presencias en los campeonatos nacionales de las categorías por las que iba ascendido, con no pocos logros, del calibre de un bronce en infantiles o el oro júnior en mariposa y en estilos. También inscribió su nombre en el libro de los récords autonómicos de edades y en el absoluto de 200 mariposa.

En ese punto de máximo esplendor, la misma Iria que se había acostumbrado a la disciplina de los entrenamientos y el esfuerzo exigente del deporte de élite se encontró con una barrera que no esperaba: «Después de los campeonatos del verano, en septiembre me fui al centro de tecnificación deportiva a Pontevedra. Estaba alternando los entrenamientos con mis estudios de INEF y me rompí la cadera. Fue una lesión que me cortó todos los planes y, además, el diagnóstico se retrasó demasiado, porque me pilló con 18 años y no me operé hasta los 21».

La desagradable experiencia también tuvo un coste añadido para una persona tan joven, que además afrontaba una etapa decisiva en su trayectoria vital a todos los niveles. Varias circunstancias negativas se aliaron en contra de la ourensana: «El diagnóstico fue complicado, hasta que acudí a Santander para ver a uno de los mejores especialistas en cadera que hay en el país y fue el que detectó el arrancamiento de cartílago y el desplazamiento de la cadera derecha. Durante ese tiempo tuve que utilizar muletas y anímicamente la lesión tuvo un coste muy alto para mí. Pude hacer exámenes teóricos, pero no podía presentarme a los prácticos y terminé por dejar la carrera».

En medio de ese panorama sombrío, la joven Iria siempre tuvo una ilusión que sobrevolaba su apasionamiento deportivo, la de «volver a nadar», mientras que descubría otra vocación sobre la cual edificar su futuro profesional: «Comencé a estudiar Magisterio, Educación Primaria con especialidad en Inglés, los niños me encantan y me siento muy cómoda. El año que viene me tocan las oposiciones y a ver como va todo».

La natación tampoco desapareció de la cabeza de la tenaz Álvarez Liz, que tras la exitosa operación quirúrgica intentó volver a su máxima rendimiento, pero ya no fue posible: «Siempre he dicho que en este deporte el físico es el 20 % y la cabeza el otro 80 % de lo que logras, cuando volví a nadar no iba a buen ritmo y me dolía la cadera. Si insistía se me hinchaba la pierna». Pero a esta amazona del agua no resulta fácil apartarla de sus objetivos y encontró una vía por la cual mantenerse en la piscina, donde también se mantiene aferrada a través del curso de árbitros de natación o de sus pinitos como entrenadora. Apareció en el horizonte el waterpolo y comprendió que, en cierta medida, había llegado el momento de reciclarse para seguir adelante.

«Quizás me cueste más adaptarme a la mentalidad de los deportes de equipo»

«Comencé a jugar con chicos, porque en Ourense no había equipo femenino y podían jugar mujeres en Segunda División, pero en Primera no se podía. El año pasado creamos el equipo para la Copa y este año ya nos estrenamos en la Liga, somos solo tres equipos en Galicia, la competición está comenzando, pero es un principio esperanzador. El próximo mayo disputaremos de nuevo la Copa», relata Iria, antes de explicar sus sensaciones: «No tengo molestias para nadar, quizás me cueste más adaptarme a la mentalidad de los deportes de equipo, porque al principio me fastidiaba mucho que alguien pudiera perder por un fallo mío. Estaba más acostumbrada al esfuerzo individual, soy muy competitiva, pero antes luchaba solo contra el crono».

Aún así, esta maestra ondina destaca el buen ambiente que se respira en el waterpolo ourensano, en el cual en cierto modo sigue sintiéndose como una invitada: «Tenemos un grupo de chicos y chicas que nos llevamos realmente bien y que estamos progresando semana a semana, pero en el fondo me siento nadadora. Tienes que tener la cabeza bien amueblada y ser disciplinada en la preparación».

Con vistas al futuro, la joven deportista se ve compaginando dos tareas formativas, aunque todavía no está dispuesta a salir de la piscina y dejar de competir al máximo nivel que le sea posible: «Creo que la enseñanza se me da bien, tanto en la natación como en el campo educativo. Los niños son como esponjas, absorben todo lo que les enseñas y también te ayudan a sentirte más joven a su lado. Sería bonito ser entrenadora y ejercer mi profesión como maestra».

Recientemente habló de esos valores deportivos ante los alumnos del IES O Couto, se le nota que tiene madera de docente.