«Es muy difícil imaginar lo que han podido llegar a pasar terrorista y víctima»

OURENSE

cedida

La actriz protagoniza «Tierra del fuego», una obra basada en el diálogo entre una azafata y el autor del atentado que la hirió

21 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Mañana • 19.00 horas • Teatro Principal • De 12 a 20 euros • La realidad sube en ocasiones al escenario y acontece que se mete en los espectadores para remover conciencias y despertar a una problemática que, aunque se presenta con la perspectiva histórica, sigue siendo presente. Tierra del fuego parte de un hecho real y lo convierte en un montaje teatral impactante: el Frente Popular para la Liberación de Palestina perpetró un atentado en Londres en 1978. La azafata israelí Yulie Cohen, de 22 años, perdió a una compañera y varias personas resultaron heridas. Veinte años después, la azafata acude a la cárcel donde está encerrado el terrorista que había atentado contra ella para saber qué le había llevado a hacerlo. Posteriormente colaboró para su puesta en libertad y dirigió el documental My terrorist (2002). Alicia Borrachero interpreta a Yulie Cohen y comparte escenario con Ben Temple, Abdelatif Hwidar,Juan Calot, Malena Gutiérrez y Hamid Krim.

-Casi 40 años después Israel y Palestina mantienen sus disputas y los atentados siguen marcando la actualidad en Europa. ¿Cómo se afronta meterse en la piel de una persona que ha sido víctima de uno?

-Da mucho vértigo, pero lo que más impone es el sentido del pudor. Que gente que vea nuestro trabajo, y que haya conocido más de cerca este tipo de situaciones, se pueda sentir identificada y representada. Esa ha sido para mí la mayor preocupación: el poder representar a personas que hayan pasado por esto y que si lo ven se sientan representadas. Es muy díficil imaginar lo que han podido pasar tanto el terrorista como la víctima.

-A lo mejor no estamos hablando de un pasado tan lejano.

-Es cierto, el conflicto palestino-israelí sigue ahí, como muchos otros o como las situaciones que hemos vivido en este país hasta no hace tanto. El viaje que se le propone al público es el de una historia que podría ocurrir en cualquier lugar, en cualquier conflicto o en cualquier guerra. Incluso a un nivel no político. Hay un punto en el que ellos se van despojando de cualquier bandera y de todo lo que llevan encima, y aparecen solamente dos personas. Y esto lo podríamos llevar incluso a nuestra familia, con conflictos enquistados que parece que no tienen solución porque todos el mundo tiene sus razones -en todas las familias-. Ese es el germen de todo; lo que quiero decir es que no es solo a nivel político.

-¿La clave es la falta de entendimiento y de diálogo?

-La obra plantea muchas preguntas y aporta pocas respuestas. Desde luego el camino que no funciona, y parece que nos cuesta mucho aprender esto, es el de la matanza, de la muerte y de la destrucción.

-¿Qué mueve a Yulie Cohen?

-Es la necesidad que tiene, sin saber por qué -no lo sabe y no tiene su origen en la razón-, de poder sentarse delante del hombre que intento matarla. Y a partir de ahí no sabe. No va intentando perdonarlo, ni a hacer las paces ni a intentar entender nada. Solo desea mirarlo a los ojos y hablar con él. De hecho la primera escena es la más difícil de toda la obra. Nos decíamos: ¿Esto cómo se hace? ¿Con qué cara se le mira? ¿De qué hablan, del tiempo?

-El trabajo actoral y el impacto en el espectador son referencias en las informaciones sobre la obra. No es una temática corriente en la cartelera.

-El teatro desde siempre ha sido un ritual, una comunicación con el público. A mí el que más me gusta es el que puede llegar a tener un sentido, el que tiene la capacidad de ser transformador y en el que el público tiene que participar, no solo sentarse para atrás, y que te puede llevar a lugares incómodos. Esta obra sí que lo hace. No es un dramón, es todo lo contrario, hay momentos que te ríes. No es de rasgarse las vestiduras.

-¿Satisfecha con el trabajo?

-Sí. El miedo era no estar a la altura de una temática muy delicada o que quien lo haya vivido no se sintiera representada. No bajamos la guardia y es el reto que afrontamos en cada función.