La consulta del viajero del CHUO supera el millar de usuarios al año

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MIGUEL VILLAR

Aunque acuden cada vez más trabajadores, la mayoría se vacunan para hacer turismo

06 dic 2016 . Actualizado a las 12:05 h.

La Consulta del Viajero del CHUO sigue batiendo sus propios récords de usuarios. En el último año más de 1.200 vecinos de la provincia han pasado por este servicio -ubicado en el segundo sótano del hospital Santa María Nai- antes de desplazarse a algún lugar del mundo, especialmente a los asiáticos, africanos y sudamericanos. El crecimiento de la demanda se ha mantenido constante desde que, en 2007, el Sergas firmó un convenio con el Ministerio de Sanidad -de quien depende la vigilancia y control sanitario internacional para hacer la vacunación contra enfermedades endémicas en otros países-, en sus principales hospitales. La medida pretendía facilitar la gestión a los gallegos que, como en el caso de Ourense, tenían que afrontar desplazamientos importantes para acudir a los Centros de Vacunación Internacional ubicados en Vigo o A Coruña para recibir los tratamientos preventivos y, en algún caso concreto, que se le expidiese la cartilla internacional de vacunas que exigen en algunas aduanas.

«En realidad nosotros ya teníamos desde la década de los 90 una consulta de viajes internacionales, que se puso en marcha por iniciativa del entonces jefe de servicio de Medicina Preventiva, pero no era completa. Hacíamos todo el asesoramiento y vacunábamos de todo menos de fiebre amarilla. La razón es que esa vacuna no estaba disponible para cualquier centro y además requería del certificado internacional que solo se expedía en esos centros de Sanidad Exterior, dependientes del ministerio», aclara la actual responsable, Berta Uriel.

La vacuna contra la fiebre amarilla no es, sin embargo, la que más requieren los viajes de los ourensanos. Es mucho más frecuente, además de la profilaxis contra la malaria, que necesiten tratamientos contra la fiebre tifoidea y la hepatitis A.

Cambios de tendencia

En estos casi diez años de funcionamiento oficial la demanda no solo ha ido creciendo progresivamente, según avanzaba el conocimiento del público en general, sino que también ha registrado fluctuaciones en los distintos perfiles de viajeros.

«Inicialmente venía poca gente; aquellos a quienes en la agencia de viajes o en la empresa, les decían que tenían que acudir porque era obligatorio ese certificado internacional de fiebre amarilla y pocos más. Pero con el paso del tiempo la demanda ha ido aumentando porque la gente es cada vez más consciente de que hay otros riesgos de salud que cubrir por su propio bien, aunque nadie les vaya a pedir un certificado», dice la jefe del servicio de Medicina Preventiva del CHUO.

En cuanto al tipo de viajero, los turistas siguen siendo mayoría. Este perfil ha sufrido altibajos en la última década, con un ligero descenso en los años más duros de la crisis que ahora parece estar recuperándose. De su peso en el total hablan gráficamente los gráficos anuales de actividad. Julio y agosto, meses vacacionales por excelencia, son los de mayor demanda, con entre 230 y 240 consultas; mientras que enero y febrero son los más flojos.

Los trabajadores son otro de los colectivos que requieren este servicio. El esfuerzo de internacionalización que realizaron las empresas ourensanas en los últimos años para buscar nuevos mercados que ayudasen a paliar la caída del negocio en el ámbito nacional hizo que este grupo creciera también en los últimos registros.

No son los únicos perfiles que ven en esta consulta. También acuden, en un porcentaje mucho más discreto, las personas que participan en proyectos de cooperación internacional y los inmigrantes residentes en Ourense que regresan a sus países puntualmente por cuestiones familiares.

«Aunque vayan al mismo país, dos personas pueden necesitar medidas diferentes»

Las jefa de Medicina Preventiva recomienda no dejar para última hora la cita. «Que vengan con tiempo porque hay tratamientos, sean en inyectables o en pastillas, que requieren de unos días para garantizar que la persona está cubierta frente a ese riesgo», advierte. Los facultativos que la atienden no se limitan a indicar medicamentos según el país. «Preguntamos mucho sobre el viaje, porque no todo el mundo se expone igual. Aunque vayan al mismo país dos personas pueden necesitar medidas diferentes dependiendo de lo que vayan a hacer o incluso de en qué zonas vaya a estar. No es igual quien va a hacer espeleología o excursiones con acampadas al aire libre que quien va a moverse principalmente por zona urbana y a dormir en hoteles con agua potable y con mosquiteras, por ejemplo. Igual que entre los trabajadores no es lo mismo el ejecutivo que va a reunirse en la sede de una empresa en una ciudad, que el que va a ejercer como veterinario o a cortar leña en un bosque tropical», señala Berta Uriel.

Además de las recomendaciones del viaje los profesionales de este servicio suelen aprovechar para actualizar las vacunas ordinarias de quienes acuden a esta consulta. Una tarea que, si no conservan la cartilla, requiere de un ejercicio de memoria o deductivo, basado en la fecha de nacimiento para saber qué vacunas se ponían en su época.