Mordiendo el nervio del tiempo

tareixa taboada OURENSE / LA VOZ

OURENSE

miguel villar

La escultura de Tino Canicoba se expone en la Galería de Arte Visol de la capital

17 oct 2016 . Actualizado a las 19:26 h.

«Para mí, la escultura es el cuerpo. Mi cuerpo es mi escultura», Louise Bourgeois.

La galería de Arte Visol dirigida por Maricarmen Vidal y el artista Tino Canicoba presentan su nuevo proyecto escultórico titulado genéricamente Terra.

El artista dialoga con el espacio expositivo mediante la ubicación de dieciocho esculturas a modo de sala hipóstila o bosque de esculturas cuya solemne presencia remite, con una estética relacional que se distancia del bulto redondo estricto de corte clásico. Esta corriente artística que se inicia en 1990 se caracteriza por priorizar las relaciones que se establecen entre los sujetos a quien se dirige el discurso artístico. El término «Arte relacional», acuñado por Bourriaud, convierte al espectador en prosumidor, al incorporarlo en la obra como agente comprensivo. Imprescindible en la obra de Maurizio Cattelan o Rirkrit Travanija, cuya intención postdadá cuestiona los valores tradicionales establecidos, la autoridad social o religiosa y el sistema. Una fórmula de subvertir las formas de interactuar con el arte.

Tino Canicoba plantea una rudeza premeditada que, como Leiro, expone en una imagen humanizada, una visión trágica e irónica de la realidad. La parte inacabada de la obra, trae al recuerdo la terribilitá michelangelesca que se resuelve con la fórmula interventiva que establece con el espectador como agente activo en el cerramiento de la obra. Esto es, el espectador configura y concluye el juego de la anécdota y el discurso narrativo.

Establece un equilibrio entre lo tradicional del oficio del artesano y el concepto moderno y revolucionario del artista.

Una de sus innovaciones es el tratamiento que confiere a la obra, a modo de textura, incluyendo las virutas y rebabas excluidas por la utilización de la herramienta, aglutinadas y adheridas a la escultura en partes significativas que representan los pliegues acartonados de la piel.

La obra de Canicoba reflexiona sobre la corporeidad, el vacío y la disolución del volumen, con una severa humanidad y una reconsideración de la tensión del objeto artístico eliminando el carácter simbólico del aura de la obra de arte, desacralizada y en un contexto contemporáneo. Mantiene la potencia expresiva del impacto feroz de la herramienta en la matriz de madera arrancando la fisonomía en extremidades hipertrofiadas de gran tamaño en manos y pies estables y rostros que a través de la violencia de los surcos que modelan y ensombrecen como una luz dramática, sus gestos de planos geométricos que reproducen elementos abstractos, gótica verticalidad y dureza, conectando el ímpetu contemporáneo y una revisión de la escultura tradicional.

Violenta y pasional es la huella de la herramienta y su mordedura en la madera, dejando como el hueso, la astilla a la vista y una impronta de crudeza y tosquedad que esquematiza la sofisticación de los planos geométricos. Son esculturas hieráticas, oferentes, próximas a la estética renovadora gallega de Leiro, Álvaro de la Vega o Víctor Lorenzo.

Influido por la imaginería popular, los tipos populares y la grandeza de lo humilde, toma una figuración intimista, dramática y de infinita ternura, en base a soluciones gestuales de arista dura, utilizando una policromía artificial, expresiva e interesada que no oculta la evidencia del material, gestionado con respeto por la materia, un proceso que cuestiona la fetichización del objeto artístico y la reutilización de la materia mediante el aprovechamiento, en ocasiones, de madera erosionada por el mar, creba, o en la adición de elementos no artísticos. Colosal y heroico, totémico, traslada la tipología rural dotando de protagonismo hierático a sus personajes que mantienen el primitivismo estético de una estricta frontalidad como los Kourós griegos y el misterio distante y solemne, grandilocuente de la estatuaria funeraria egipcia y mesopotámica.

Constituye una figuración expresionista y próxima a la xilografía alemana de Nolde, Kirchner y Schmidt- Rottuff, en su trágico trazo de dramático temperamento, el conocimiento del arte tradicional y el tierno arcaísmo adoctrinador del Románico en el hieratismo y la yuxtaposición de formas figurativas y estructuras abstractas con intención de lectura orgánica en los planteamientos compositivos, dureza y resistencia. Canicoba congela el movimiento con una contundencia postmetafísica estabilizando la disolución del material con la firmeza estructural tras la desmaterialización que logra después de la mutilación enérgica de la materia.