Los comunicados se han instalado en la sociedad de la información y hay que reconocer que es una fórmula eficaz para que colectivos, empresas, asociaciones o instituciones hagan llegar al público a través de los medios de comunicación noticias, avisos, citas u opiniones. Porque hay que reconocer que, por mucho que nos multipliquemos, sería imposible que los trabajadores de los medios acudiésemos a tantas ruedas de prensa o entrevistas como personas hay con algo que decir cada día. Aunque también es verdad que muchas veces el comunicado se usa precisamente para evitar estar cara a cara con el informador; no vaya a ser que se ponga tonto y le de por hacer preguntas que coloquen al comunicante en situación incómoda. Lo usan en ese sentido, y con habilidad magistral, los partidos políticos para evitar la comparecencia en persona. Ellos saben que siempre existe el recurso de «eso hoy no toca», o que pueden irse por las ramas y lanzar un largo discurso que no concrete nada hasta notar que a los periodistas presentes se les empiezan a cerrar los ojos de aburrimiento y no les quedan ganas de arriesgarse a otra; pero no todos los políticos tienen esa habilidad y el comunicado les evita quedar en evidencia. Pero el colmo del abuso del comunicado es cuando se convierte en la única política informativa y no va acompañado de acciones que demuestren que lo que se dice por escrito tiene sustancia más allá del papel. Y esa sensación ha dado precisamente Unións Agrarias en O Ribeiro, no acudiendo a un pleno del consejo regulador en el que, a tenor de sus comunicados, tenía mucho que decir. A eso se le llama política de escaparate.