Ourense se llena de Hugos y Saras

Fina Ulloa
fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

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La mayoría de las mujeres ourensanas siguen teniendo nombre compuesto

22 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno pasea por cualquier punto de la geografía ourensana y grita los nombres de Manuel, José, Antonio, María, Carmen o Josefa va a ser muy difícil que alguien no se de la vuelta porque según los datos del padrón del pasado año recabados por el INE, esos son los más frecuentes entre los cincuenta nombres más comunes que hay hoy por hoy en la provincia. Hay 42.774 residentes en la provincia que llevan alguno de esos seis nombres. Les siguen los José Manuel, Francisco, José Luis y Jose Antonio, en el caso de los varones y las Rosa, Concepción, Manuela y Dolores en el caso de las mujeres. Comparando las dos listas, con los 50 nombres más comunes en Ourense tanto para ellos como para ellas, llama la atención que a pesar de lo que aparece en la cabeza de los más frecuentes, en las mujeres todavía son mayoría las que llevan nombre compuesto, mientras que en los varones mandan los nombres simples.

Otra singularidad de la provincia ourensana es que la lista de los más habituales tiene pocas variaciones con respecto a los registros de 1930. Es de las que menos se ha movido en España y la razón está en la propia estructura demográfica de la provincia, con índices de natalidad que han ido bajando de forma paulatina pero incesante. Ello provoca que, aunque los padres ourensanos también se han dejado seducir por las modas imperantes a la hora de nombrar a sus hijos, en el global de una población envejecida sigan mandando los nombres que fueron hegemónicos durante muchas décadas.

Por ejemplo, para encontrar un José o Manuel en el ránking de nombres que se pusieron a los bebés nacidos a partir del nuevo milenio, hay que buscar por debajo del puesto 20 de la lista. Y lo mismo ocurre con las Carmen o las Josefas. Sara, Lucía, Carla, Noa y Daniela son los más habituales entre las que llegaron al mundo desde el 2010, mientras que para los varones encabezan la lista Hugo, Martín, Mateo y Daniel.

Las tendencias

Analizando las variaciones que se presentan en las distintas décadas desde 1930 hasta la actualidad, destaca la fuerza que cobró en la provincia la moda de los compuestos.

Empezó a notarse en los años cincuenta, con la subida de su frecuencia, y se hizo evidente en las décadas de los 60 y 70. En los registros de inscritos nacidos durante esos años la mayoría de los 20 primeros nombres para cada sexo eran dobles: seis de cada diez. Los José, Manueles y Antonio a secas empezaron a perder posiciones frente a los José Manuel, José Antonio, José Luis, Juan Carlos, José Ramón o Miguel Ángel.

En las chicas todavía fue más evidente y la lista de preferencias para las nacidas en ese período empezó a llenarse de María del Carmen, María José, Rosa María, María Pilar, María Dolores, María Teresa, María Isabel, María Jesús, Ana María, María Luisa o María Ángela.

Esa moda cedió a partir de los 80 a favor, de nuevo, de la simplicidad. En esa década además empezaron a aparecer nombres que nunca habían conseguido estar en la lista de los 20 predilectos de los progenitores ourensanos para identificar a sus vástagos: como Patricia, Laura, Lorena, Eva, Raquel, Silvia o Paula para las niñas; y David, Rubén, Diego, Iván, Daniel o Adrian para los niños. Según avanzaba el final del milenio, fueron colándose también como nombres más usados para los recién nacidos los de Brais, Cristian o Iago para los varones y Nerea, Tania, Antía o Iria para las niñas.

La globalización de la sociedad diversificó opciones

Si la Iglesia marcó tendencia hasta los 70 en la frecuencia de nombres compuestos, la globalización impulsada por la televisión primero e Internet después, ha ido introduciendo más variedad en las listas. Los preferidos no lo son de forma tan rotunda. Los que abrían el ránking hasta los ochenta lo hacían con porcentajes superiores al 10 %; ahora los cabezas de la lista no acaparan más del 4 %. La globalización de la sociedad ha facilitado también la aparición de nombres más propios de otras zonas geográficas como Candela, Ainoha o Valeria, y también otros fácilmente identificables con personajes populares como Iker.