La radiografía que arroja la Encuesta de Población Activa sobre la realidad socio económica de la provincia de Ourense no puede ser más deprimente. En un territorio de algo más de trescientos mil habitantes, y en descenso, apenas una tercera parte de la población participa activamente en el mercado laboral. Según esa estadística una de cada cinco personas en edad de trabajar, y seguramente con la cualificación necesaria para hacerlo, no puede porque no hay empresas que le den esa oportunidad y, a finales de junio, había 4.100 desempleados en busca de su primer empleo.
Hay más. La realidad es tozuda y pese a las medidas que según presumen los que nos gobiernan se han tomado en los últimos años para mejorar la situación de la provincia, tenemos la tasa de ocupación más baja no solo de Galicia, sino de toda España. Eso supone que los que trabajan y contribuyen con sus salarios no solo a llenar la hucha de las pensiones sino también a dinamizar la economía local, haciendo posible que se genere más empleo, no llegan ni al 49 % de la población. Y eso que el dato es mejor, medio punto mejor, que el del año pasado...
Y claro, en esta tesitura resulta que el grupo más amplio de población, 143.000 personas, están etiquetados como
«población inactiva», muchos de ellos porque son jubilados. Sí. Esos que, como media, apenas llegan a los 800 euros mensuales y subsisten gracias a que cultivan lo que comen. Y nos quedan los niños y jóvenes menores de 16 años. Ya me contarán qué futuro les espera como alguien no pare esto. Por cierto, enhorabuena a todos los que lo habéis hecho posible.