Pintura desde el abismo

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Magnífica exposición de Alexandro en la sala José Ángel Valente de la capital

11 ene 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Cuando se mira a otros pintores vivos no hay mucha competencia?», Francis Bacon.

El espléndido espacio que constituye la sala José Ángel Valente, antiguo Banco de España, se ve magnificado por la potencia expresiva de la descomunal obra del artista ourensano Alexandro. Temperamental y sobrecogedora, la muestra exhibe sus obras recientes en un proyecto expositivo ideado para la sala. Obras que marcan una madurez plástica fruto de su dedicación constante, entrega y talento creativo.

Alexandro, el antihéroe, propone un desplazamiento de los temas autobiográficos hacia interrogantes universales con una expresión de la experiencia creativa como «vivencia total». Presenta la trascendencia de los objetos más allá de lo visible, partiendo de una figuración torturada, hipertrofiada en cabezas y miembros de seres escuetos y aislados símbolo de la contemporanidad y de la soledad del creador, en la cabeza como apéndice visible y metáfora obsesiva, vértice humano de la angustia. Cabeza como identidad individual e índice que iguala el sentimiento colectivo. Cabeza como globo terráqueo del pensamiento, elemento pertubador, esfuerzo infinito, límite físico de lo trascendente con lo humano. Rostros construídos en gruesos empastes, estáticos, firmes, hieráticos, insondables en volúmenes cerrados de afilada carga psicológica, torturados sin ensañamiento, serenos, enérgicos y dolientes. Impasibles, a través de un lenguaje expresivo y vitalista en el color, gestual y directo en lo resolutivo y cierto escepticismo.

El cuerpo como territorio. Su figuración cruda y saturada en las formas biomórficas de naturalismo distorsionado de las presencias animales que comparten plano pictórico con las humanas fusionando proximidad y distancia en una pérdida de la corporeidad, el volumen reducido a la esencia, escorzado que proyectan sombras sin contorno. Híbridos marinos y criaturas zoomórficas. Anónimos cuya iconografía sugiere múltiples interpretaciones y transmiten la angustia del cuerpo abandonado a merced de las olas del océano, ahogado, como la muerte de lo material, lo efímero, de lo orgánico sin el juicio de Dios. Su vitalismo extrema los límites iconográficos, prescindiendo del volumen, como Saura y Barceló deriva en una esquematización de las formas. La búsqueda de una pintura como estructura, luz y color en una unidad integrada como materia, sustancia, entidad en si misma. Esa eliminación del volumen, ese asesinato de la masa deriva en una estructura plástica escueta y expresionista, que contiene lo esencial prescindiendo de la anécdota hacia un existencialismo encriptado. La pintura over side se extiende por toda la superficie rebasando los límites del cuadro creciendo en intensidad y empaste en la desmesura plástica creando un magma pictórico en la tensión de figuración y fondos. Alexandro presenta una figuración dramática descontextualizada del espacio y atemporal. Tendente al colosalismo, sonámbulos e intimistas, gigantes de modelado orgánico como en Moore, brutales en las carnaciones como Beuckelaer o Soutine, los cuerpos son torturados por una deformación que remite a Bacon en la máscara-cabeza y encerrando a sus personajes en angostas perspectivas como jaulas invisibles, anulando todo contexto sentimental, en encuadres abruptos sobre los que aliena a la figura o figuras que se acoplan pero sin relación entre ellas en espacios inhóspitos entre la trasparencia y la opacidad. Constituye una sacudida al sistema nervioso, la catarsis que se experimenta entre el horror y la satisfacción. Alexandro presenta los campos de color como ideas vivas y los distorsiona y esfuma creando una atmósfera premeditadamente claustrofóbica en la alteración de los espacios y el aplastamiento de las formas en tensión contra el fondo neutro y tendentes a la disolución al no existir referentes perspectivos. Plantea la ruptura estética propia de un visionario que se manifiesta como reacción expresiva de intensidad emotiva, acción y creación sin el remordimiento de la duda. Exagera las disfunciones del individuo en su relación con los espacios que habita en sus «contraimágenes».

La dualidad que plantea Alexandro se manifiesta en los seres de gran fisicidad de sus texturizados óleos en tensión entre lo dionisíaco, lo humano y lo trascendente en el proceso de desmaterialización de las presencias escuetas de su obra en papel, formas ingrávidas, blandas, elásticas y etéreas.

Alexandro expira el cuerpo-armazón, coraza, exoesqueleto, cáscara, piel, eco en crucifixiones laicas y extremas ascensiones de un cuerpo transfigurado, una forma de carne espiritual, alterando el orden de los cuerpos, sus masas y energías, derivando su atención a las texturas polimateriales sometiendo a los seres a un proceso de fermentación anaeróbico. Presenta la anomia de la humanidad, el individualismo y la soledad.

crítica de arte