Hay cosas que te obligan a poner los pies en la tierra. Aunque no quieras. Aunque estés muy a gusto viviendo unos palmos por encima del suelo. Lo que te coloca ?lo que te recoloca? es lo verdaderamente importante. Son cosas como el trágico accidente de la pirotecnia de Leiro, en el que murieron tres personas. Vivimos mecidos por problemas que en realidad no lo son, por batallas que no importa ganar, por preocupaciones que solo deberían ser ocupaciones... Vivimos acurrucados y llega un momento en el que una bofetada, aunque no sea en la propia cara, nos despierta de nuestra ensoñación. Esto es lo importante. Vivir es lo importante. Todo lo demás es la forma que tienes de complicarte la vida en lugar de vivirla.
Tiene su punto de tristeza, de desconsuelo, que tenga que sonar una sirena de alarma cerca de nosotros para que recordemos lo verdaderamente importante. Peor sería no escucharla, aunque sea atronadora. Peor sería escucharla y que nos diera igual.
Desgracias como la de Leiro, desgracias como la de José Antonio, Cristina y Belén, nos tocan el corazón. Y nos recuerdan que el guion puede cambiar en cualquier momento. Que la película puede acabar antes de tiempo. Por eso merece la pena extraer, al menos, una moraleja. Yo me quedo con las frases de Cristina hace un año en La Voz, hablando de la profesión que finalmente le quitó la vida. «Non teño medo porque fago o que me gusta». «Cando vexo a cara da xente é moi satisfactorio». Eso era la vida.