La fragua de las palabras

tareixa taboada OURENSE

OURENSE

MIGUEL VILLAR

Escultura de Soledad Penalta en el centro Marcos Valcárcel

13 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

«Para mí la escultura es el cuerpo. Mi cuerpo es mi escultura». Louise Bourgeois. El centro cultural Marcos Valcárcel presenta Esculturas del día a día de la reconocida artista Soledad Penalta, creadora paradigmática en el mundo de la escultura contemporánea a través de un lenguaje propio, de esa caligrafía personal que despliega en sus obras, piezas e instalaciones de metal, en su grafía manuscrita, su salvaje delicadeza para transmitir conceptos existencialistas bajo la piel del día a día. Esta humanista de amplia formación experimenta las posibilidades plásticas de los materiales desde una evolución que se inicia en la cerámica, gres y mayorica y que avivada por su inquieta curiosidad se resuelve en la investigación con las propiedades metálicas y sus distintas calidades expresivas. La escultura de Soledad desafía las características estancas de las formas tradicionales, es, por tanto, revolucionariamente anticlásica, ya que siendo equilibrada no es inmóvil, a pesar de la gravosa apariencia de los materiales presentados y su carga afectiva y conceptual y se manifiestan livianos y móviles con un discurso en escultura de masa y hueco que remite a Chillida y Oteiza, en la geometría de los volúmenes y el vacío que resulta del diálogo con el espacio intervenido, la artista consigue representar el aire entre los pliegues cóncavos y convexos de aceros flexibles, arcos curvados como anatomías filiformes flexionadas y ritmos y dinámicas de gran vitalismo, una aproximación al mundo vegetal en su crecimiento expansivo o mineral en las piezas que se repliegan ocultando un misterioso secreto, la figuración antropomorfa de los bailarines que remiten iconográficamente a Gargallo o en una abstracción mayor a Julio González en la conquista expresiva a través de la aparente sencillez de la síntesis de las formas, en concepto minimalista y una tendencia cubista a presentar a través del movimiento de los danzantes (fundidos uno a uno y ensamblados) friso en continuo arabesco para definir en movimiento el devenir de la existencia, formas que remiten a un pasado arqueológico, exótico, pretérito y jeroglífico como las inscripciones caligráficas rescatadas de El libro de los muertos, pensamientos o versos que la autora introduce en sus obras mediante la técnica de plasma, en los surcos de una caligrafía lítica y proteica que subraya el impulso creativo de la palabra pintada y que finaliza en el limado de la arista dura de las rebabas que se producen tras las incisiones fundentes en el metal.

Es magnífica la tensión que genera en una obra que se dirige hacia la percepción total, sinestesia en relación a la proporción áurea y a la proyección del número fi presente en la naturaleza. El sonido de las piezas a través del movimiento, sus cualidades táctiles y lumínicas refuerzan la potencia expresiva la idea de movimiento, de cauce, de energía transformada en el diálogo que establece a través de la textura en piezas patinadas, acero corten (cuya composición química simula una corrosión atmosférica recurrente en la obra de Richard Serra o Plandiura) y el brillo argéntico del acero inoxidable en sensaciones y sentimientos con el escalofrío del relámpago sobre los ojos.

Sirve, desde una obra femenina y audaz como autoafirmación del protagonismo de la mujer en el arte contemporáneo con proyectos comprometidos y radicales (María Lassing, Louise Bourgeois, Nancy Spero o Cindy Sherman) como fruto de una búsqueda e interiorización de la artista en sus relaciones con el arte y el mundo, un discurso integrador en el que despliega su gran talento artístico, su destreza técnica y una conquista del espacio a nivel escultórico y en las relaciones que establece con el espacio circundante, como lo modifica y altera, como lo interviene en piezas que se expanden y lo atraviesan en multiperspectiva, abriendo los canales de percepción del espectador con una escultura táctil y sonora que genera en su movimiento el sonido del agua. La sensibilidad y el elegante acabado de las piezas, su exquisita conclusión contrasta con la potencia conceptual de la obra, de rotunda intensidad y la brillante frialdad del metal canal de la luz que irradia y refleja, movimiento, geometría, tangencia y fusión de planos que crean volúmenes emocionantes.

crítica de arte