«Que el peso de la justicia caiga sobre mí y no sobre una persona inocente»

La Voz OURENSE / LA VOZ

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Uno de los autores confesos de un robo de dinero a unas empleadas de Eroski exculpa a su esposa, supuesta cómplice y exempleada del súper

31 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El fiscal tiene el convencimiento de que los autores del robo de 27.000 euros que dos empleadas del Eroski de O Couto llevaba el 22 de abril del 2013 en una mochila, para ingresarlos en una entidad bancaria próxima, actuaron con la complicidad de una extrabajadora, esposa de uno de los acusados. Tanto Rafael Liliner como José Pereira, de 40 y 43 años, aceptaron ayer su participación en el robo y se conformaron con tres años y seis meses por la sustracción. Rafael suma otro año por dos delitos de lesiones, correspondientes a la agresión a las dos trabajadoras. José, por su parte, aprovechó la última palabra para pedir «que el peso de la justicia caiga sobre mí y no sobre una persona inocente», en referencia a su mujer.

A la jueza le ha quedado delimitar el grado de responsabilidad que pueda tener la mujer. El fiscal mantuvo la acusación, con una petición de seis años de prisión: cuatro por robo y uno por cada delito de lesiones. Al acusador público le falló la policía. Una de sus bazas, que era la ubicación de los teléfonos de los acusados, que hubiera ayudado a situarlos en el lugar, no acabó de ser todo lo contundente que hubiera deseado. Sin una prueba directa, tiró de indicios. La acusada, resaltó, sabía que los lunes había más dinero. Llevaba consigo, según la versión del fiscal, el teléfono de uno de los acusados, el de su marido. Oculto, porque deberá haberlo dejado en la taquilla, lo tuvo en comunicación durante más de una hora con el otro acusado, a la espera de ver si sus compañeras salían con el dinero hacia el banco. Para avisar. Optó por colgar, al ver que se retrasaba el momento. En este punto, el fiscal advierte que la acusada -de acuerdo con las declaraciones de la encargada y otra trabajadora- observó más tarde cómo estaban haciendo los preparativos para ir al banco. Pidió permiso para salir a fumar y de paso, según el fiscal, avisó a su marido, que estaba en el exterior, indicándole que iban a salir por la calle Zurbarán.

El ministerio público esgrimió en su informe como indicios la apuraba situación económica de la pareja, complicada por el hecho de tener en casa al otro acusado como huésped y con el consiguiente gasto añadido.

Que Rafael fue el autor material del robo lo confirmaron las dos empleadas que sufrieron el asalto en la calle. Llevaban dos mochilas. Una vacía y otra con el dinero. Iban a una oficina que no era precisamente la que estaba más próxima al supermercado. Ya habían sufrido otro robo. Estaban prevenidas. Vieron a una persona que llevaba puesta una bufanda tipo braga. Sospecharon, pero no tuvieron tiempo de huir. Las empujó hacia un espacio de un garaje en la calle Ervedelo, donde esgrimió un cuchillo. Las tiró al suelo, cortó la asas de la mochila y huyó hacia la calle Dalí, donde estaba su cómplice. Todo fue muy rápido, aunque una de las empleadas corrió tras él. Escaparon en coche.

«Alojar a nadie no puede ser delito»

 

La defensa reclamó la libre absolución de la acusada. Sin dejar de resaltar cómo los informes policiales sobre las llamadas telefónicas y la localización de los terminales son incompletos, incluso con errores en cuanto a su situación, advirtió que la hospitalidad como indicio de delito es inadmisible. «Alojar a nadie no puede ser un delito». Sostiene el defensor que la acusada salió a la calle a fumar y que su marido no estaba en la calle Vila Real, sino en la calle Dalí, en un lugar alejado.