Apelan al alcoholismo como atenuante de agresión a dos vecinos con un hacha

La Voz OURENSE / LA VOZ

MANZANEDA

MIGUEL VILLAR

Los forenses dicen que el acusado tiene una personalidad al límite de la normalidad, pero sabe que no se puede matar

30 ene 2015 . Actualizado a las 22:48 h.

Carlos García Basalo, el vecino de la aldea de Rebodepó, en Manzaneda, acusado de asesinato en grado de tentativa por los golpes que propinó a dos vecinos con un hacha el 2 de enero del 2013, es una persona con una personalidad al límite de la normalidad. El diagnóstico de los peritos advierte que el acusado distingue perfectamente lo que está bien y lo que está mal. Sabe, igualmente, que no se puede matar y nada hay, en definitiva, que diga que no es capaz de controlar sus impulsos. Con ese perfil, el fiscal del caso mantuvo ayer su acusación, que se concreta en una petición de veintiséis años de cárcel, nueve por cada uno de los asesinatos frustrados y cuatro más por cada delito de obstrucción a la justicia, al estimar que la acción de Carlos era su respuesta al hecho de que sus vecinos hubieran declarado contra él en un caso anterior de incendio forestal.

La defensora, sin negar la evidencia de la agresión, resaltó que de haber querido matarlos hubiera podido hacerlo, por lo que, a su juicio, debería ser acusado de lesiones y en ningún caso de asesinato, pues no existen los elementos propios de este delito. Mostró la abogada a su cliente como una persona de «instintos primarios», que padece «alcoholismo crónico». Un prototipo de la Galicia más profunda, en la que dibujó también a sus vecinos, todos metidos en un entorno asfixiante en el que no faltaban las rencillas y las disputas recurrentes, más allá de los clásicos asuntos de lindes entre fincas.

La errática e incoherente declaración del acusado es, a juicio de la abogada, el mejor ejemplo del perfil del acusado. Ayer mismo, al rematar la vista y antes de abandonar la sala se movió hacia las cámaras de televisión para hacer gestos de taparse la cara y enseñar las esposas, al tiempo que preguntaba si no lo podían «sacar desa maneira».

La defensa del acusado, a quien resultó prácticamente imposible entender su declaración del miércoles, negó que su proceder fuese un gesto de rencor por el caso anterior del incendio, de tal modo que la acusación por obstrucción a la justicia perdería base. Si el taxista que lo llevó a casa antes de la agresión hubiera apreciado que quería matar a sus vecinos, alertaría a la Guardia Civil, según reflexionó la letrada.

Fiscal y acusación particular, sea como fuere, mantuvieron ayer su posición. Aparte de las penas de cárcel, piden 40.000 euros para uno de los heridos, 4.900 para el otro y 28.700 a favor del Sergas por la asistencia a los heridos. Uno de ellos, entonces con 82 años, había estado muy grave y al borde de la muerte.