«La mayoría de los ourensanos vienen buscando el número trece»

Cándida Andaluz Corujo
CÁNDIDA ANDALUZ OURENSE / LA VOZ

FIRMAS

Santi M. Amil

Recibió un homenaje por sus 25 años como vendedor de la ONCE

26 dic 2014 . Actualizado a las 18:11 h.

ourensanos en su rincón parque de san lázaro

Segundo Álvarez Álvarez es, desde hace 25 años, vendedor de la ONCE en la capital. El trabajo desarrollado durante este tiempo le llevó a recibir la semana pasada un homenaje de la fundación en la que trabaja. «Es un orgullo pertenecer a un colectivo como la ONCE y hoy en día, como están las cosas, cumplir 25 años en un trabajo es un privilegio», dice. Segundo Álvarez quedó completamente ciego de un ojo y perdió la visión en el otro, por un accidente con unos cristales, a los 17 años. «Cuando era joven tuve diversos trabajos, pero para echarme no me lo decían a mí, llamaban a mi padre o a mi suegro y se lo decían a ellos que lo pasaban mal, porque sabían que yo cumplía...», explica. Hasta que se puso en contacto con la ONCE. «Yo recuerdo hace muchos años, en 1936, a los ciegos solo les quedaba mendigar y hoy en día una persona ciega es como cualquier otra», dice, aunque reconoce que sin la existencia de la organización de ciegos la cosa sería distinta. Mucho peor.

«Desde el principio estuve en el parque de San Lázaro, primero al lado del Banco Pastor, después en un quiosco junto a los servicios, y finalmente, de nuevo, frente al banco. Siempre por esa zona». Su clientela es fija. Casi toda. La relación con ellos es fundamental: «Para mí, ya son amigos, gente de mucha confianza». Por eso su lugar preferido en la ciudad es el parque de San Lázaro. «Es en donde desarrollo mi trabajo, en donde hago casi toda mi vida». Primero vendiendo al aire libre, cuando el frío era lo que peor llevaba. Más tarde dentro de una cabina, pero perdiendo, dice, el contacto más directo con los clientes. «La gente venía y hablaba contigo de forma más natural, a veces estaban un rato y se llevaban un boleto. La cabina aleja un poco del cliente, pero para nosotros es mucho más cómodo», explica.

Dar premios es lo que más le satisface, pequeños o grandes, aunque recuerda con emoción cuando hace años él y un compañero repartieron uno de 250 millones de pesetas (un millón y medio de euros). «Sientes una felicidad muy grande, sobre todo por saber que a gente que lo necesita le das uno o dos millones de pesetas. Conocía a muchos. Para un vendedor de la ONCE es un orgullo». No es capaz de contabilizar cuántos cupones pudo vender durante 25 años pero sí se marca como media unos 250 euros por día, aunque con la crisis se ha notado un descenso. «Es normal. Nosotros lo vemos y no nos parece mal porque sabemos que hay paro y entendemos a la gente», afirma. Y añade: «La mayor parte de los ourensanos viene aquí buscando el número trece. Y eso que sale muy poco. Pero ahora en Navidad vuelven a pedirlo. También les gusta que se le pague el premio, aunque sea poco y vuelva a gastarlo en otro cupón».

A pesar de llevar tanto tiempo rodeado de cupones, a Segundo Álvarez nunca le ha llegado la fortuna en forma de números, ni a su familia. A él le gustan el 17 y el 22.