«Yo lo que quería era ser pediatra»

Fina Ulloa
Fina Ulloa OURENSE / LA VOZ

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Trabaja en el desarrollo de un implante cerebral para enfermos de párkinson

15 dic 2014 . Actualizado a las 07:36 h.

¿Cómo logra una joven de 27 años estar al frente de un equipo de más de 14 personas como responsable de producción de un implante cerebral para pacientes con párkinson, y en una de las principales fábricas de productos médicos de Europa? Seguramente parte de la respuesta a esa pregunta está en la infancia de Alba. Ya desde niña mostraba una insaciable ansia de saber. Su curiosidad llegaba a ser, según reconoce, agotadora para cualquier adulto que se pusiese a tiro. Sus padres eran, lógicamente, sus principales víctimas y optaron por alimentar esa necesidad con libros. «Me compraban muchos. Creo que era para que los dejase un ratito tranquilos mientras buscaba las respuestas», bromea esta ourensana afincada en los Países Bajos.

-¿Ya entonces quería ser ingeniera química?

-No. Yo lo que quería era ser pediatra. La medicina y cómo funciona el cuerpo humano eran temas que me atraían, pero me inclinaba por la pediatría porque me encantan los niños y creo que esa es la rama médica más bonita.

-¿Por qué cambió?

-Por falta de información en mi último año de bachillerato. Mi elección de asignaturas no me permitió acceder a la rama de Ciencias de la Salud. Ingeniería Química fue una segunda opción de emergencia, aconsejada por los profesores y viendo las salidas profesionales que tenía. La química siempre fue una de mis asignaturas favoritas. Ironías del destino, al final terminé trabajando en el campo médico. De todos modos tengo que reconocer que antes de decidirme tenía un amplio panorama de intereses y contemplé opciones tan variadas como traducción e interpretación, INEF, comunicación audiovisual, matemáticas y otras ingenierías.

-¿Se imaginaba trabajando tan lejos de casa?

-Lo cierto es que viajar, los idiomas y el interés por otras culturas han sido algunas de mis pasiones desde la adolescencia, así que lo de trabajar en el extranjero era una posibilidad que siempre consideré interesante. Además mi familia me animó y apoyó en ese sentido, así que me hicieron más fácil tomar la decisión. Aunque eso no quiere decir que cuando llega el momento de coger las maletas, y dejarlos a ellos y a los amigos de toda la vida atrás, no sea complicado. Pero me alegro mucho de haber dado el paso porque tanto a nivel profesional como personal está siendo una experiencia maravillosa.

-¿Cómo surgió la oportunidad de fichar por una empresa puntera en el sector?

-Detrás de la marcha hay la misma razón que la de muchos otros jóvenes: la falta de oportunidades laborales en España y el saber que sin experiencia es muy complicado conseguir ni una simple entrevista. Con esta empresa contacté porque vi un anuncio en Facebook. A pesar de que el puesto que ofrecían ya estaba cubierto, les gustó mi currículo y decidieron hacerme una entrevista telefónica. Me ofrecieron un trabajo ese mismo día.

-¿Sabía holandés?

-Esa fue una de mis grandes preocupaciones. Tenía miedo a no entenderme con la gente por el desconocimiento del idioma. Descubrí que el 90 % hablan inglés estupendamente. Aunque es recomendable aprender holandés, para muchos trabajos ni siquiera es necesario. Pero no tuve problemas de adaptación. Me encantó el trabajo desde el principio, y los compañeros y el ambiente en la empresa me hicieron muy sencillo hacer amigos. Lo que peor llevo, sin contar por supuesto la morriña de familia y amigos, es el frío y las pocas horas de luz que tenemos en invierno.

-Usted participó en el diseño y supervisa la producción del «Sapiens». ¿Qué es exactamente?

-Se trata de un implante que forma parte de lo que se conoce como estimulación cerebral profunda. Son dispositivos que envían impulsos eléctricos a zonas del cerebro afectadas por la enfermedad, en este caso pacientes con Párkinson que tienen una actividad anormal en la zona del tálamo. Este implante envía señales eléctricas, como si fuera un marcapasos, que estimulan la región y mejoran considerablemente la capacidad de movimiento del enfermo, disminuyendo los temblores.

-¿Qué siente al ser responsable de algo tan tangible para mejorar de forma determinante la salud de una persona?

-Saber que mi trabajo repercute tan directamente en la calidad de vida de mucha gente es muy satisfactorio. Es increíble, y te motiva muchísimo, ver los efectos en los pacientes. Es algo que te anima a seguir mejorando y esforzarte más en lo que haces.