La hazaña de Amalia Pumar (Parada de Sil, 1945) también acapara menos focos de los que merecería. Esta inquieta ourensana fue la participante femenina de mayor edad en la San Martiño, pero su tiempo neto empleado en la distancia de los 10.000 metros fue de 1.02.10. Dejó atrás a cerca de cuatrocientos compañeros de viaje, incluidos varios hombres que no pudieron seguir su ritmo.
«Nunca he estado federada en ninguna especialidad, siempre fui una humilde ama de casa y madre de tres hijos, pero cuando me jubilé, me prometí a mí misma que saldría todos los días a hacer deporte o cualquier clase de ejercicio», explica la multidisciplinar veterana, que además de su reciente afición al atletismo también practica la natación, así como distintas actividades de la oferta del Pabellón e incluso otras no relacionadas con el deporte, tanto teatro, como baile o el compromiso con un programa de animación a la lectura.
La reciente edición de la San Martiño fue la segunda que completó y logró superar una barrera: «El año pasado fui tercera de mi categoría, pero esta vez he ganado, comencé caminando para mantenerme en mi peso, pero cuando me puse a correr comprobé que corría, es algo que me sale de la cabeza como si me pusiera a hacer un dulce, por eso me gusta seguir practicando». Y es que la competitividad de Amalia está fuera de dudas, no en vano posee tres plusmarcas gallegas de natación a braza, además de variados títulos.
Su figura es habitual en las proximidades de la zona deportiva de Os Remedios, como su tenacidad para cumplir sus propósitos: «Para la San Martiño me entrené casi siempre sola, cuando me toca atletismo me pongo mi mochila y salgo a correr, pensaba que podría mejorar este año y mi hijo me animó a que mirara al tiempo cuando cruzara la meta y cuando lo vi, sentí un subidón, estaba como en una nube de la que no hay quien te baje».
En su cielo deportivo continuará este espíritu joven que pretende mantenerse en acción.