Javier Soto es el gerente del grupo Caldaria, que cuenta con tres balnearios en la provincia. Recuerda que fue en los años ochenta cuando la Fundación San Rosendo pensó en la necesidad de explotar un recurso natural excepcional, naciendo el primer balneario en los noventa. Asegura que en la provincia no existe una cultura balnearia asentada y que se ha ido perdiendo ese apego que sí había hace décadas. «El recurso está ahí, ¿Qué tenemos que hacer? Utilizarlo para convertirlo en empleo, industria y turismo», dice. Cree, en ese sentido, que es el sector privado el que tiene en sus manos hacerlo, pero subraya que es la administración la que debe poner las bases y no dejar pasar las oportunidades. Califica la situación municipal en Ourense de «extraña y confusa» y subraya que no ayuda. «Es necesaria la complicidad de todos para hacer un hotel balneario», asegura. «Tenemos que hablar de una apuesta de toda la sociedad, de una oportunidad de desarrollo» y cree que solo se puede hacer con un proyecto serio, de calibre y en el que participen todos.