Un problema de planificación

Javier Bobe

FIRMAS

20 abr 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

El gran problema de la depuración de aguas no es la falta de infraestructuras. Aunque podrían ser más y mejores, el 96 % de la población vive en núcleos con algún sistema para depurar sus aguas residuales. El gran problema, por tanto, es el estado de esas infraestructuras y la gestión que se realiza de las mismas. Aunque se han hecho esfuerzos importantes, el mantenimiento es, con demasiada frecuencia, deficiente.

Puede ser por falta de interés, por falta de medios técnicos o económicos, pero es un problema que permanece sin solución porque no se ve. No ocurre así con los abastecimientos. Si deja de salir agua del grifo, inmediatamente surgen las quejas y se buscan soluciones, pero si un sistema de depuración deja de funcionar correctamente, no. Y todo esto ocurre pese a que en los costes del ciclo urbano del agua, de cada cien euros, el abastecimiento supone treinta, el alcantarillado diez y los sesenta euros restantes corresponden a la depuración. Algo está fallando, entonces, cuando determinados ayuntamientos no cobran por la depuración o no invierten adecuadamente en las infraestructuras y en su correcto mantenimiento.

Pero no solo deben construirse grandes y modernas depuradoras. Cuando un alcantarillado es muy viejo, en verano pierde aguas residuales antes de llegar a la estación de tratamiento y en invierno ocurre lo contrario, es decir, entra agua limpia. Una depuradora, sea cual sea, no funciona bien en ninguno de los dos casos. En este ámbito es necesaria una planificación adecuada de las inversiones públicas para no actuar en base a improvisaciones que provocan sobrecostes económicos y un evidente impacto negativo sobre el medio ambiente.