El agua y el ladrillo

Pedro Araújo

FIRMAS

17 abr 2014 . Actualizado a las 06:00 h.

El plan termal de la provincia de Ourense habla de construcción, pero no de calidad. No dice nada de para qué son las aguas termales que tenemos ni de cuáles son sus cualidades. Porque no todas las aguas son iguales. Tienen multiplicidad. Unas son apropiadas para tratar dolencias del sistema respiratorio, otras son para la piel, otras para el sistema digestivo... El agua también es energía y tenemos que saber qué valor podemos sacarle a eso. Pero somos un país de ladrillo y lo entendemos todo como ladrillo, construcción y diseño. Y muchas veces ni siquiera son diseños dirigidos al bien que se pretende, el del cliente, buscando su comodidad y su bienestar. En lugar de intentar que el producto haga el mejor efecto sobre el usuario al que se le vende el producto, nos centramos en ladrillo y nos olvidamos de la calidad y las cualidades del agua.

Si uno recorre los balnearios de la provincia, verá donde se encuentran las captaciones y los pocos cuidados que se tienen hacia esas captaciones. El agua la queremos, nos impresiona, pero la dejamos de lado con demasiada frecuencia.

La gran discusión en la capital es siempre el hotel balneario, en lugar del agua, que es la esencia. Comprendo que es más fácil visualizar los metros cuadrados o las fachadas que un elemento que cuando no lo aprovechamos vuelve a correr hacia su cauce natural. Sí es cierto que en los últimos tiempos se ha producido un cierto cambio de visualización hacia los puntos de afloramiento de las aguas. Se han puesto en valor las surgencias, aunque creo que se ha hecho más por motivos estéticos que como una cuestión de principios, de corazón hacia el agua. Creo que es absurdo. Hay que vender la calidad del agua, no el ladrillo.