«A mi madre la dejaron morir»

sindo Martínez XINZO DE LIMIA

OURENSE CIUDAD

Una sentencia achaca a errores médicos la muerte de una ourensana

06 abr 2014 . Actualizado a las 07:10 h.

«Error diagnóstico inicia», «retraso terapéutico injustificable», «conducta omisiva». Así suena el adusto dictamen de una sentencia judicial por un fallecimiento en un hospital. Las lágrimas no suelen ser tan frías, la vida tampoco lo es.

El 11 de enero del 2004 María González Cerdeiro, de 57 años, vecina de Sarreaus, esposa, madre y abuela, murió en Urgencias del CHUO cuando posiblemente no le tocaba.

Una década después, un juez de lo Contencioso de Santiago acaba de fallar que una mir del Sergas se equivocó y que eso desencadenó el óbito de María. La médica en prácticas le dio el alta tras diagnosticar un dolor de estómago cuando había una grave dolencia cardíaca. No hubo TAC, ni operación de urgencia. Solo una receta para un protector gástrico. No se ordenó el ingreso, ni tan siquiera se optó por que la paciente quedara en observación hasta que un facultativo con más experiencia decidiera qué hacer. Un volante y a casa.

Cuatro horas después, cuando sus desesperados familiares volvieron a llevarla al hospital con insufribles dolores. ya no había remedio. Una disección aórtica segó su vida ya en el interior del centro sanitario ourensano.

Su hija María del Carmen Campos habla de ello entre lágrimas: «Es muy duro decirlo, pero a mi madre la dejaron morir en Urgencias. Se encontró mal a primera hora de la noche, la llevamos al PAC de Xinzo con dolor en el estómago que subía hasta el cuello y vómitos. Allí la derivaron a Ourense. Entramos pasadas las once en Urgencias, después salió una mir y me aseguró que mi madre tenía una úlcera y síntomas de depresión. Entré al box y vi que no podía ni vestirse, no estaba nada bien. Ella me dijo entonces que en la camilla oyó a los médicos que igual la dejaban ingresada, pero no fue así».

Antecedentes

La familia cuenta que insistió hasta el hastío. «Le advertimos que mi abuela y mi tío habían fallecido de forma súbita por dolencias cardíacas hereditarias. Ya temíamos en ese momento que a mi madre le estaba sucediendo lo mismo. Se lo dijimos al facultativo de Xinzo y a ella al entrar allí. Le dio igual. Me recomendó que estuviera tranquila, que no pasaba nada».

De vuelta a A Limia, ya en el domicilio, la hija recuerda la angustia. «Mi madre estaba ya muy desorientada y con muy mal color. Llamamos al PAC y nos ordenaron que volviéramos inmediatamente con ella A Ourense. Al poco de entrar allí otra vez salió un cardiólogo y nos informó de que se estaba muriendo. Al rato, la mir vino llorando y le reproché a gritos que no la hubiera ingresado. Le recordé que le había dicho cuarenta veces lo que creía que le podía estar pasando. Me dijo literalmente que los síntomas de mi madre no venían en los libros».

Dos hermanos de la fallecida han sido operados con éxito de patologías cardíacas hereditarias como la que causó aquella muerte. María González Cerdeiro, 57 años, esposa, madre y abuela, no tuvo esa posibilidad

«Sentía que le había fallado»

La ausencia de su madre fue un golpe muy duro para María del Carmen y para toda la familia de la fallecida: «Estuve siete años con depresión y precisé de medicación. Yo no aceptaba lo que había sucedido, porque era inasumible. Pensaba que la habían dejado morir. No dejaba de preguntarme si debería haber gritado, insultado, amenazado o montado un escándalo aquel día para conseguir que al menos la dejaran en observación. Tal vez si lo hubiera hecho mi madre no hubiera fallecido. Sentía que yo le había fallado. Que había fallado a mi madre», lamenta.

testimonio María del carmen campos