El BOE abre la guerra contra el chupito de aguardiente «de casa»

pepe seoane OURENSE / LA VOZ

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Después de las aceiteras y vinagreras llega la prohibición a los aguardientes y licores.
Después de las aceiteras y vinagreras llega la prohibición a los aguardientes y licores. santi m. amil< / span>

Una norma ya en vigor exige el etiquetado y prohíbe rellenar botellas

06 abr 2014 . Actualizado a las 15:08 h.

Las bien diferenciadas botellas de Cardhu, esas que tantas veces reviven en la hostelería con aguardiente tan anónima como dudosa, deberían acabar en el contenedor del vidrio una vez consumida la última gota del whisky original. Pero no ocurre así. Demasiadas veces se reciclan. Desnudas y desprovistas de etiquetas, se rellenan con alcoholes sin origen conocido y vuelven a las mesas a modo de obsequio de la casa. Se cierra así una mala práctica, que incluye jugar al equívoco de que es algo casero, auténtico, lo cual es en casi todos los casos más falso que un billete de tres euros. Como las aceiteras y las vinagreras, los días del rellenado de botellas con aguardiente deberían estar contados. El Boletín Oficial del Estado (BOE) ha declarado la guerra por medio de un real decreto en el que establece normas para la producción, designación, presentación y etiquetado de «determinadas bebidas espirituosas», entre las que se se encuentran los orujos.

La norma está clara. Y ya está en vigor. Todos los productos regulados deberán presentarse y comercializarse debidamente envasados y etiquetados. Queda, además, según dice el Real Decreto, «expresamente prohibido el trasvase o rellenado en los establecimientos de venta, mayoristas, detallistas, cafeterías, bares, tabernas, restaurantes u otros establecimientos de consumo colectivo». Es decir, el anónimo chupito de la casa debería tener los días contados.

En el consello regulador de la denominación específica Orujo de Galicia, Aguardientes e Licores Tradicionales, están encantados. Es una de las batallas que tiene abiertas su presidente, José Antonio Feijoo Mateo, a quien, según reconoce, le resulta especialmente «dolorosa y molesta» la poca implicación de sectores como el de la hostelería a la hora de defender un producto propio, diferenciado y de calidad, como los aguardientes y licores que se elaboran y comercializan con garantías y etiqueta. El hecho de que se comercialice, incluso como obsequio, un aguardiente o un licor anónimo transmite al visitante una imagen distorsionada, «que inconscientemente acerca a la idea de que lo bueno, lo realmente bueno, es lo que se produce de forma clandestina, algo que es totalmente falso», según subraya este técnico de la administración que es presidente del consello regulador.