Un grupo de rumanos intentaban chantajes en la zona gay del río Miño

Maite Rodríguez Vázquez
Maite Rodríguez OURENSE / LA VOZ

OURENSE CIUDAD

Miguel Villar

Chaperos y usuarios relatan robos y extorsiones antes del crimen de Milia

20 oct 2013 . Actualizado a las 07:25 h.

El homicidio de Tomás Milia, asesinado hace dos semanas en Ourense por un chapero que le atacó en su propia casa tras discutir por el pago de un servicio sexual, sacó a la luz de una forma trágica y nada habitual la actividad de la prostitución masculina en Ourense. Una actividad que se desarrolla sobre todo en torno a los contactos por Internet y domiciliarios pero también por encuentros físicos en una zona del paseo del Miño en la capital.

Personas que se dedican a la prostitución consultadas por este periódico advierten de que la presencia de un grupo de jóvenes rumanos en esta zona nocturna de encuentros homosexuales estaban causando miedo a los habituales del lugar. «Gente que trabaja en esto en el ambiente en la zona del río sí que tiene miedo a los rumanos. Ya antes de que pasara esto, porque llevan tiempo ahí metidos y robaban carteras, móviles, te piden dinero o te amenazan con denunciarte. Te agobian. Todos son primos o hermanos. Algunos parecen menores. Yo desconfío mucho de ellos», cuenta M., a través del teléfono con el que se anuncia en una página de contactos, aunque asegura que no cobra ni paga por sexo.

Otro hombre, que sí reconoce tener la prostitución masculina como fuente de ingresos, relata que «hay cuatro o cinco rumanos que van al río a provocar. Sacan fotos y luego quieren chantajear a la gente. Es horrible que haya pasado esto, pero se temía que con estos rumanos fuese a pasar algo. Son cuatro o cinco que extorsionaban a la gente y ahora se van a ir de Ourense», explica Fabio.

En la zona del río de las termas del molino, explica M., los únicos que cobraban por ofrecer sexo «eran los rumanitos y a lo mejor algún español». El crimen de Milia fue comentado en el ambiente y desde que pasó, este hombre apunta que no volvió a ir por la zona, en la que hay noches que puede haber una treintena de personas otras, ninguna, explica. «Ahora tengo un poco de miedo», asegura. Sin embargo, Fabio cree que no hay motivo de alarma en el ambiente de Ourense.